Educación Popular y Educación Formal. Primeras apreciaciones.

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Cristian Crespo Op. Psicosocial


Cada vez que he leído alguna de las obras de Paulo Freire, me he sentido un poco más renovado y así con más esperanzas que en el comienzo, siempre me ha sucedido algo peculiar con sus textos: primero no puedo dejar de admirar su capacidad y su alto, altísimo grado de compromiso social para plantear una lucha entre desigualdades muy desparejas y luego, una suerte de nostálgica envidia por no haber podido vivir esas épocas, con la experiencia actual, me invade por algún tiempo, corto tiempo, es el que necesito para reconocer que, aunque las utopías se estén perdiendo, las herramientas para intentar concretarlas aun existen.
El hoy me dice que la educación formal tal cual se desarrolla y se ha desarrollado, ha ido perdiendo terreno ante una realidad que es cada vez mas avasalladora e intransigente, tan avasalladora e intransigente como lo pueden ser la situaciones en las cuales los cambios de paradigmas dominan y consolidan situaciones dilemáticas y por ello, cargadas de subjetividades varias.
Parecería que el actual es un contexto muy diferente al que le tocó vivir a Paulo Freire en los orígenes de su educación popular y es verdad, lo socio cultural de América Latina y del mundo naturalmente ha cambiado. En aquellos tiempos – a diferencias de estos – la participación social y cultural tenia, en los sujetos, un basamento mucho mas profundo, la idea del compromiso con los mas necesitados era otra y hasta como expresara un militante político de aquellos años: “lo social estaba de moda, el que no militaba no existía” claro está que este fuerte compromiso dejó muchas heridas y resquebrajamientos difíciles de remendar para nuestras comunidades, lo cual es tema de otro debate.

Pero decir que el contexto ha cambiado, que la cultura y la participación social tienen matices muy diferentes a los de otras épocas es tan cierto como aseverar que los conceptos para vivir son distintos, que la confianza en el prójimo está en baja, y que el desgranamiento social se ha profundizado aun más haciendo que los sistemas educativos, a pesar de los esfuerzos, sean casi exclusores y con un fuerte componente de desinterés por los mas necesitados, en este sentido ¿dónde están las diferencias?.
Una visión algo apocalíptica nos diga que, talvez estemos en peores condiciones que antes y que los cambios estén enmarcados en un canje de percepciones al observar por ejemplo que el fenómeno social, desde el punto de vista de las relaciones de explotación, se encuentra encastrado en un momento de transición entre dos conceptos sociológicos: uno plantea que, vivimos en una sociedad vertical de relaciones entre los que ocupan posiciones superiores sobre los que ocupan posiciones inferiores, y otro que propone una sociedad horizontal donde la jerarquía no es tan importante como la distancia que existe con respecto a lo que se considere “el centro de la sociedad”, así entonces nos encontramos con que lo importante no es ya saber si uno esta arriba o abajo en la estructura jerárquica, sino si esta adentro o afuera, en el centro o en la periferia de la sociedad. Surgen distintas formas de significar a los sujetos: explotados y explotadores, por un lado y excluidos e incluidos por otro y entonces no podemos dejar de observar que las relaciones entre explotadores y explotados son totalmente diferentes a las de incluidos y excluidos, ya que la exclusión no implica relación sino divorcio y la toma de conciencia de la exclusión, a diferencia de la de explotación, no genera una reacción organizada de movilización. Mientras que la explotación es un conflicto, la exclusión es una ruptura.
Con este marco introductorio, para centrarnos aun más en lo puramente educativo, tomo la idea de Freire como eje central: la “educación es liberadora” y digo que es la mejor herramienta para que los sujetos que conforman el campo popular puedan ser menos avasallados en su cotidianeidad.
La educación popular o comunitaria, como entonces, mantiene la idea primigenia de que el trabajo educativo es “auténticamente democrático” solo si todo su proceso en los adultos se realiza con ellos y no sobre ellos, aquí nada es bueno si se pretende obligar o imponer, aquí lo mejor surge de la construcción en conjunto y esto es una realidad psicosocial que nunca debemos dejar de lado.
Se podría observar una pequeña gran diferencia con los comienzos “Freireanos” demostrativa de que el campo se ha ampliado: mientras él hablaba de la alfabetización como el objetivo principal de la educación popular hoy debemos comprender que los fines que encontramos al desarrollar las tareas necesarias y obligadas de la educación de adultos, deben ser de carácter superlativo a esta, ya no podemos desarrollar ideas que apunten solo a aquella alfabetización planteada por Freire, a estas debemos sumarle aquellas relacionadas con la contención social y emocional, tan necesaria para mejorar el tejido comunitario. En las épocas iniciales, la alfabetización era garantía de que los sujetos populares pudieran participar “incluyéndose activamente en el todo social”, hoy eso sería solo el comienzo, la sociedad exige mucho más y las competencias necesarias son otras, competencias que solo la educación puede brindar, hoy la educación es omnipresente y apunta a la eficacia, entendida esta como la forma de hacer las cosas de la mejor manera posible.
La concepción verticalista y asistencialista típica de los sistemas oficiales tradicionales y su fracaso aun sigue en pie a pesar de todos los cambios que se han pretendido y se han implementado con mayor o menor éxito; y es que la cuestión no pasa solamente por cambiar algunas leyes o transformar algunos planes educativos “adaptándolos a la realidad”, la cuestión mas fuerte pasa por la actitud docente, la de entender que su rol es uno de los más importantes a pesar de lo que algunas sociedades piensen cuando bastardean la función que cumplen y le pierden el respeto, el respeto se gana pero no desde el autoritarismo sino desde la comprensión y el dialogo, así es mas fácil lograr al inclusión escolar, la atención a la diversidad y de esta manera poner algún freno al desgranamiento escolar que lamentablemente crece año a año.
Las herramientas del Operador Psicosocial, me han permitido actuar e intervenir en diferentes ámbitos sociales en donde es posible sentir de cerca la realidad sufriente del necesitado que, por ser sufriente, siempre es terrible, pero que lo es más cuando a contra cara de esta se observa como crece la anomia y el desinterés en los sectores responsables de brindar las soluciones de fondo a problemáticas relacionadas con las necesidades básicas, con la seguridad, la salud, la educación.
En todos los ámbitos donde haya un revulsivo social, por lo general, el voluntariado es el eje central de las actividades necesarias para la búsqueda de soluciones y es que habemos quienes entendemos claramente que, a pesar de todo, desde la sociedad siempre se puede acompañar creando alternativas de contención orientadas a los mas necesitados, aun en el ámbito formal de educación, donde parecería mas difícil por las características del mismo, se pueden crear practicas de voluntariado capaces de mejorar la calidad de vida de quienes integran y comparten el sistema y en esto no hay dudas, la experiencia me dice que la educación popular o comunitaria es el camino que debe acompañar todos los procesos que apuntan al mejoramiento y además que debe ser la chispa que enciende la llama y la llama misma.




Nota: Obsérvese que cuando digo necesitados no digo “mas necesitados” no me refiero solo a los excluidos del sistema, sino también a aquellos que mas allá de su situación económica son necesitados sociales.

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