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La Lucha de Calles: a 40 años del Cordobazo

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Prof. Ricardo D. Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en “Redes y Grupos”)

Entre algunos compañeros venimos notando que evocar el Cordobazo del ’69 suena como melodía a los oídos militantes. Si bien el debate intelectual sobre el Cordobazo sigue generando airadas polémicas, resulta atractivo hacer algunas comparaciones de época y usar aquella pueblada como esquema de análisis de algunos eventos de insurrección actuales.
El Cordobazo fue una insurrección clasista. Considerando especialmente la situación global de la clase obrera argentina de entonces, la proscripción del peronismo y el potencial concientizador del “entrismo” de izquierda en los gremios. Pero también, y muy especialmente el protagonismo estudiantil. La mentada alianza obrero-estudiantil tuvo, quizás como nunca, una expresión ejemplar y ejemplificadora para las generaciones venideras. Y quizás las características del liderazgo de Agustín Tosco, sean hoy las que más atractivo producen a la hora de pensar “la organización de la lucha”.

Entre las múltiples discusiones generadas se encuentra la de si fue organizado o espontáneo. Este es un punto de gran interés en el debate actual. También hoy día nos encontramos ante la disyuntiva de si las protestas son o deben ser organizadas o espontáneas. Incluso en el plano de la construcción de poder político territorial. Tanto en el nivel de espontaneidad y organización nos encontramos con la presencia de las nuevas tecnologías disponibles como herramientas, “nuevas armas de combate” para encauzar la lucha (nota diferencial con el ’69). El activismo, sustancial a las luchas populares se ha pluralizado, hoy nos encontramos que se “activan” protestas desde los más diversos planos de la realidad social, los actores son múltiples y volátiles como los medios que usan, de ahí que resulte difícil aprehender sus ideologías, proyectos políticos y su vocación revolucionaria. Elementos que parecieran estar mucho más claro en el Cordobazo: “ni golpe, ni elección: revolución”.
Pero la lucha de calles es una realidad incontrastable que se vincula a la organización territorial de cientos de micros movimientos territoriales, comunidades cibernéticas, redes identitarias y en menor medida a los tradicionales gremios y movimientos estudiantiles, cuando éstos “movilizan” lo hacen a gran escala y con un componente claramente organizativo, donde cualquier análisis de espontaneidad esta fuera de lugar.

Organización o Espontaneidad:“la enseñanza del Cordobazo”

En realidad el Cordobazo fue las dos cosas y esta es su enseñanza. La capacidad de sostener las luchas en la combinación de actores múltiples, ‘integrados’ y ‘volátiles’, ‘cuadros’ y ‘simpatizantes’, ‘los de siempre’ y ‘los arrimados’, combinando los proyectos políticos con los horizontes inmediatos que imponen las necesidades cruciales. La cadena fuerte de la organización que ofrecen gremios y movimientos estudiantiles, encuentran su “eslabón débil” en la protesta territorial, identitaria y de micropoder de los que padecen situaciones invisibles a los ojos de las dirigencias corporativas.
El poder que disputa el espontaneísmo no es el mismo que pretende la lucha estratégica, para disputar el poder se necesita vocación política y esta siempre trasciende el reclamo por derechos vulnerados sean individuales o de sector. Curiosamente el “resurgimiento” del espontaneísmo luego del 2001, pareciera cuestionar la representatividad lisa y llanamente de cualquier dirigente, esto entre otras cosas, es consecuencia de la explosión de planos de realidad a la que nos exponen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. El bombardeo constante y persistente de información hace que lo único que podamos ver es lo que se mueve, cambia generando una preocupante capacidad para el olvido. Por eso, fenómenos como la construcción política, el fortalecimiento de procesos asociativos, la planificación estrategica de luchas, carezcan de interés, al menos, para la vidriera de los medios. Como consecuencia, todo parece espontáneo o manipulado por desconocidos, a lo que se agrega la tendencia que tampoco esto importa demasiado.
Un capítulo aparte, requiere considerar el estilo de liderazgo que ha trascendido de Agustín Tosco, para ello podemos citar al representante interamericano que en ocasiones de elaborar un informe sobre el movimiento obrero argentino, dice: “si bien la mayoría de los observadores dice que Tosco tiene cualidades mesiánicas, no representa un número importante de sindicatos” … a pesar de este análisis ocurrió el Cordobazo... El liderazgo de Tosco se caracterizó por su acompañamiento de las bases y esta cercanía valió como para unir en la lucha “espontaneidad y organización”.
Bueno, la comparación histórica respeta poco los contextos y coyunturas de ahí que resulta intencionada, pero evocar momentos históricos tan trascendentes y rescatar de ellos su capacidad propositiva, ya no solo como móvil de futuras luchas, sino como hicimos acá, como esquema para el análisis de lo actual, es también una posibilidad intelectual necesaria.

La participación comunitaria

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Cristian Crespo. Operador Psicosocial.

Podemos plantear desde el inicio que la participación es el elemento clave para lograr los mejores resultados comunitarios en la búsqueda de soluciones. Decimos que “la participación activa, no solo simple asistencia pasiva, se vertebra desde una toma de conciencia que nos conduce a luchar por un cambio en todo el tejido social y territorial” y además que un Animador Comunitario debe “poner en funcionamiento todas aquellas actividades que generen la participación de todos y cada uno de los miembros de la comunidad”. Veamos a continuación algunas cuestiones relacionadas con este eje fundamental.

Sobre la Participación Comunitaria.

Como definición inicial, podemos decir, que la participación comunitaria es “un tipo de acción personal y colectiva que agrupa a ciudadanos decididos a enfrentar una situación”; existen distintas circunstancias que animan a la participación, pero por lo general, son situaciones problemáticas, así los ciudadanos agrupados estipulan sus relaciones en función del problema, al cual buscan solución mediante un proyecto de desarrollo de mejoras o de cambio.
“Una de las características que posee la participación es que busca mejorar el bienestar de los miembros de la comunidad en función de valores que le son propios, para que la mejora pueda ser sostenible en el tiempo. De esta manera, los problemas de la comunidad pueden ser resueltos de manera endógena[1], sin requerir la iniciativa de entes externos y las soluciones se ajustan a su entorno porque surgen del consenso de sus miembros”.
Aquí, participar, es formar parte de la toma de decisiones para elegir un proyecto comunitario, planificarlo, implementarlo, gestionarlo, supervisarlo y controlarlo, es tener en común algo con otro o con otros, un espacio, una actividad, una idea que busque soluciones comunitarias, es sinónimo de aporte, es intervenir en un lugar que esta dentro de la comunidad.
La participación se debe traducir en compromiso, estar es comprometerse. Así decimos que participar es: “el aporte de cada persona para alcanzar un fin o un objetivo común, comprometiéndose”
Por lo general se dice que participamos cuando alguien nos pide que opinemos o nos pregunta algo, cuando tenemos que hacer una tarea en el grupo y la hacemos, o simplemente, cuando vamos a algún evento determinado a mirar. Esto es verdad, son formas de participar, pero a veces, no alcanzan, pueden llegar a ser formas de participación pasiva. De la mano del compromiso, la verdadera participación, la activa, no es solamente aquella que responde a lo que el otro nos pide, aquí , la participación se da a través de la opinión, la decisión y el trabajo o tarea que realicemos en conjunto para obtener distintos logros.
¿Que es el compromiso? Cuando nosotros nos comprometemos estamos adquiriendo una obligación, estamos obligados a cumplir con la palabra empeñada. Revalorizar esta actitud es fundamental para generar la confianza necesaria que nos permitirá avanzar en la búsqueda de los resultados que esperamos obtener.
Facilitar la participación

La participación siempre se debe facilitar, debemos entender claramente que a la hora de intervenir en la comunidad, una de las funciones claves que debemos desarrollar es la de lograr que todos formen parte de las distintas instancias de desarrollo de actividades y /o programas. Esto se logra mediante distintas estrategias y técnicas que dependen, fundamentalmente, del lugar donde realicemos la intervención, no es lo mismo pretender generar participación en una comisión de vecinos que en una empresa privada. Sin embargo existe algo que unifica la intervención mas allá del lugar o de los distintos colectivos con los que trabajemos, y es el punto de partida a tener en cuenta; para lograr la participación y que esta se facilite debemos, en cualquier lugar, generar el interés por la misma, es decir, debemos tener en cuenta que si alguien no esta interesado en algún tipo de cuestión o problema, es muy difícil que este alguien participe.
En general podemos decir que, en un claro camino hacia facilitar la participación, lo ideal, es que todos los interesados, en forma ordenada, puedan expresarse, puedan colaborar y puedan sentirse parte de las acciones a desarrollar.
A modo de ejemplo planteamos una situación que es muy común de encontrar a la hora e intervenir.
En todos los ámbitos grupales existen personas que tienen un rol mas importante que los demás, una jerarquía superior o simplemente una forma de ser que sobresale, estas personas a veces pueden intervenir dificultando la participación de los otros integrantes o participantes, nosotros debemos estar atentos a esto que sucede cuando:

• Hablan solo ellos y no escuchan a los demás.
• Deciden solos lo que hay que hacer.
• Le ordenan a los demás cual es el trabajo que deben hacer.
• Se adueñan del trabajo de los otros.
• Se observa que los demás no lo contradicen o callan.

Teniendo en cuenta que en esta situación nosotros debemos constituirnos en los facilitadores de la participación de todos, con intervenciones orientadas a que

• Se ponga en común toda la información.
• Se asegure que las opiniones de todos sean escuchadas.
• Se promuevan los acuerdos para una decisión conjunta.

de alguna manera, contrarrestar las actitudes negativas que pudieran existir.

En definitiva para facilitar la participación en un grupo deben prevalecer las actitudes que son acordes con el buen dialogo y el respeto mutuo, son las que se deben impulsar a la hora de promover espacios participativ

Distintas formas de participar

Para facilitar la participación se deben generar ámbitos donde los interesados o quienes sientan que forman parte de un determinado colectivo, puedan concurrir y sentir que sus aportes son validos. Según los temas a tratar se podrán organizar distintos tipos de reuniones donde se desarrollen diferentes métodos de participación como los siguientes:

ASAMBLEAS: Las asambleas por lo general son el órgano máximo de toda organización comunal, en ellas participan todos los miembros de la organización o de la comisión. Son necesarias cuando hay que informar o decidir una cuestión que se considere muy importante; es bueno que siempre haya un temario que nos sirva para dar orden y así cuidar la extensión de la reunión.

FOROS: Los foros tienen características similares a las asambleas con la particularidad que en ellos, a diferencia de estas, pueden participar todos los que quieran hacerlo para tratar o debatir un tema o problema determinado. Tienen por finalidad permitir la libre expresión de ideas y opiniones a todos los interesados en un clima informal de mínimas limitaciones como por ejemplo pueden ser:

• Tiempo limitado de exposición (previamente fijado).
• No apartarse del tema y exponer con la mayor objetividad posible.
• Levantar la mano para pedir la palabra.
• Evitar referencias personales.

Y toda otra que la organización considere importante.

COMISIONES: Las comisiones se deben formar cuando, en la reunión, la concurrencia es numerosa. Ante distintas propuestas o temas a analizar es conveniente formar grupos pequeños para discutirlos, de esta manera se garantiza la participación de todos con su opinión. Por lo general es mas fácil hablar en grupos pequeños que ante una multitud. Luego de discutido o hablado el tema, siempre es bueno realizar lo que se denomina “puesta en común” que significa que el grupo exponga ante los demás las conclusiones a las que llegaron.

GRUPOS O EQUIPOS DE TRABAJO: Los grupos o equipos de trabajo son parecidos a las comisiones pero con una finalidad concreta y práctica como lo es la de distribuir el trabajo o las tareas entre todos aquellos que, responsablemente, quieran asumirlas. De esta manera se garantiza que las responsabilidades no caigan siempre en una misma persona y que todos puedan llevar adelante los proyectos de trabajo participando en su justa medida. Es bueno, a la hora de formar estos grupos, tener en cuenta que es lo que cada uno sabe hacer mejor y el tiempo o el horario del que disponen.

SONDEOS DE OPINIÓN: Los sondeos de opinión son mecanismos que se utilizan para averiguar que es lo que piensan nuestros vecinos respecto de diferentes temas, estos temas pueden ser muy variados y por lo general, cuando sabemos la opinión mayoritaria del barrio, respecto de alguno en particular, nos ayuda y nos orienta en la toma de decisiones. Existen distintas formas de implementar los sondeos de opinión por ejemplo se pueden realizar a través del voto secreto en una urna, que debe estar en un lugar que sea accesible para todos, o mediante encuestas personales que pueden ser anónimas o no. En este ultimo caso se debe tener sumo cuidado a la hora de idear y confeccionar las preguntas que se vana realizar.

BUZÓN DE SUGERENCIAS: El buzón de sugerencias es una posibilidad que sirve para que los vecinos que quieran presentar propuestas o mensajes a la comisión en cualquier momento del año lo puedan hacer. El buzón debe ser visible, en un lugar de fácil acceso y, en lo posible, de concurrencia masiva, es decir el lugar a donde los vecinos concurren en forma natural por si solos.

Cuando se participa en un grupo

En forma particular veremos algunas cuestiones básicas que se deben tener en cuenta y que son muy importantes a la hora de generar participación en un grupo. Ellas son:

• Todos los integrantes deben conocer bien la información, ¿qué significa esto?, que la información sea la misma para todos y esté completa.
• Se debe considerar el punto de vista de todos los integrantes del grupo teniendo en cuenta que opinar no es solo una responsabilidad, también es un derecho.
• A veces se tienen que tomar decisiones, sabiendo que es uno de los momentos mas difíciles del grupo, tenemos que tratar de que todos opinen, lo ideal es lograr el consenso, ¿ que significa esto?, que todos estemos de acuerdo (si no se logra una de las soluciones que existen es la votación).
• El Trabajo o las Tareas se realizan entre todos. Hombro a hombro es como mejor se hacen las cosas, pero siempre es bueno organizarse y dividirse el trabajo o las tareas.
• Se comparten entre todos los logros obtenidos. La única manera de sentir las acciones del grupo como propias es participando.

Es decir que si tenemos una buena información, podemos opinar, tomamos decisiones, realizamos las tareas o trabajamos hombro a hombro, podemos disfrutar mejor de los logros obtenidos y estamos participando con responsabilidad.

Para tener en cuenta a la hora de participar

La participación es un derecho que debemos ejercer y que nos garantiza igualdad.
No todos tenemos que participar en todo ni todo el tiempo tenemos que estar participando.
Los mecanismos de participación siempre deben ser utilizados pero teniendo en cuenta las necesidades y los objetivos que el grupo se proponga.
Según la importancia de las decisiones que se vayan que tomar y la cantidad de personas involucradas, hay distintas formas de organizar la participación.
[1] Endógeno: que se forma o nace en el interior. Diccionario de la Lengua Española Larousse Esencial.

Bibliografía.
Alberto Martinez. “Microcredito y pobreza. Proyecto de Desarrollo de Comunidades Rurales”.
Tesis Doctoral. ISBN: 84-689-1800-8. Universidad Simon Bolivar. Venezuela
Gisela Sanabria Ramos. “Participación Social y Comunitaria. Reflexiones”. Revista Cubana de Salud Publica. Vol. 27, numero 002, Sociedad cubana de administración de salud. La Habana. Cuba. pp. 89-95.
Manual de los Animadores Comunitarios .Programa de Fortalecimiento de la Sociedad Civil. Secretaria de Desarrollo Social. Presidencia de la Nación. Año 1998.
Pierre Besnard “La animación sociocultural”. Paidós Educador. Año 1991.



Psicología Social y Tecnologías de Información

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Prof. Ricardo Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en “Redes y Grupos”)


Trataremos de indagar en esta novedosa relación en la que se encuentran casi todas las ciencias con las nuevas tecnologías de la información. Más precisamente la psicología social. La psicología social se la conoce como la ciencia cuyo objeto de estudio son los vínculos, es decir, es la ciencia de lo vincular, más precisamente de los grupos y las organizaciones. Es parte del continente de ciencias sociales que estudian los conflictos sociales como la sociología, antropología, psicología y otras más recientes como las ciencias de la comunicación y organización.

Las ciencias sociales se han desarrollado a la par de los conflictos sociales, estos le han dado forma y contenido, incluso la aplicación de sus conocimientos es ponderada corrientemente por su capacidad resolutiva. El conflicto social se estudia como construcción histórica, la estructura social es el producto de acumulaciones de procesos sociales y económicos históricos, es decir, en la construcción de la teoría social ha tenido especial centralidad la noción de tiempo o historia.
Para abordar el tema propuesto nos apoyaremos en una tesis que intenta poner el acento en otra cuestión; Manuel Castells, sostiene que en “la sociedad en red el espacio organiza el tiempo”. Indaga en algunos fundamentos básicos de una teoría social del espacio como un modo de entender la transformación de la base material de nuestra experiencia.
Cuando pensamos la sociedad en su dimensión de organización social podemos afirmar que vivimos una época dominada por el enfoque geográfico (GIS), tal vez no sea la vivencia directa y cotidiana. Es decir, no es una intuición cotidiana manejarnos con información sistematizada, pero como veremos en el análisis, más cuestiones de las que creemos conocer se manejan y definen acorde a los parámetros de la tecnosociedad.
Los Sistemas de Información Geográfica: Base de Datos Geográficas, Aerofotogrametría Digital e Imágenes Satelitales producen Catastros Urbanos y Rurales, Estudios de Impacto Ambiental, Inventarios y Evaluación de Recursos Naturales. Hoy Google Earth es una tecnología disponible en Internet. Las empresas y gobiernos invierten sumas siderales en esta tecnología. Una tecnología cuya aplicación desarrolla un dominio de saber: la fotogrametría.
Dicen que la fotogrametría con los medios actuales cambia nuestra manera de razonar, ya que cambia los patrones, procesos y relaciones en procesamiento de la información. La fotogrametría es un sistema de conocimiento holítico-analítico, es decir, nos permite tener información simultánea “del todo y las partes”. Imprime rapidez, virtualidad, almacenamiento y movilidad. Su fin es el mapeo, administración de información, interoperabilidad, servicio on line, análisis de datos.
La publicidad de la empresa líder en la materia en Argentina, dice: “Hemos completado exitosamente ciento de implementaciones en los campos de los sistemas de Información Geográfica y de Percepción Remota, en mercados como: petróleo y gas, planeamiento forestal, medio ambiente, seguridad, agricultura, servicios públicos, transporte, defensa e inteligencia, minería, educación y geomarketing…” Como podemos observar casi todos los componentes de la organización social son afectados por el uso de esta tecnología.
Si bien se insiste en su “característica virtual”, en nuestra vida es virtual hasta tanto: recibimos la reevaluación de la propiedad vía “fotografía satelital” o vemos sorprendidos la evolución de un virus país por país, o cuando se muestra por televisión el mapa del delito dónde identifican que las zonas más afectadas son las de mayor circulación, o si tenemos la posibilidad de conocer un tablero de mando de algún gerente o funcionario donde “saltan” datos de conflictos en barrios, recursos georeferenciados, agendas, vencimientos, actos, resultados de reuniones, etc. o simplemente cuando vemos el mapa del clima en el primer informativo de la mañana. Toda es información que va destinada a la toma de decisiones, a la formación de opinión. Es decir, es real más allá de nuestra percepción, una información que nos descubre un mundo.
Entre las aplicaciones de estas tecnologías se cuenta con: Información Catastral, Registro de la Propiedad, Tributos vinculados al Territorio, Distribución Social, Demográfica y Económica, Activos del Estado, Inventarios de Recursos Naturales, Zonificación de Inversiones, Mapa de la Educación, Distribución de la Ayuda Pública, Mapa del Delito, Mapa Tributario, Seguimiento de Enfermedades y Epidemias.
Dicen, quienes trabajan en estas tecnologías que hoy podemos mapear casi toda la información que se encuentra sistematizada, solo basta con cruzar estadísticas, bases de dato con mapas satelitales, cuadrículas callejeras, catastros. Es decir, se cruza dato con territorio. Un antecedente que se suele citar en la aplicación de cálculos a la política y al territorio, es un famoso estudio que se realizaba en Francia y se lo conoció como “el cuerpo de la tierra”, producido por un ingeniero militar de Luis XIV, llamado Vauban. Consistía en un mapa-relieve de las fortificaciones, con una monografía de estadísticas (cálculo de probabilidad) que describían poblaciones y sus condiciones de vida, las actividades económicas y los recursos de defensa.
Este modo particular de producir conocimientos lo vemos también en aplicaciones sociales: hoy en una época global escuchamos hablar de territorios, “políticas territoriales”, “desarrollo local”, “redes territoriales o socioespaciales”, “movimientos territoriales”, etc. La novedad de la tecnología GIS radica en que el dato “espacial” es un dato en tiempo real. Y este punto es importante de evaluar en relación a los desarrollos de la psicología social actual.
La dimensión humana y social estudiada por la psicología social es esa porción de tejido social dónde confluyen las variables subjetivas y los condicionantes sociales. Bien, esto por mucho tiempo ha significado el encuentro concreto con personas en grupos y organizaciones, es decir, los grupos estudiados por la psicología social frecuentemente son grupos ‘cara a cara’, la presencia, la mirada, la sensibilidad, el contacto, la escucha y la participación se miden en tiempo real, en un aquí y ahora que permiten precisamente los dispositivos grupales. Las modalidades presenciales y de contacto con el otro ha sido un beneficio para el desarrollo de los grupos y las personas. Pero, en una época donde lo espacial recobra importancia a través de la tecnología, se hace más difícil sostener la presencia “física” en los espacios sociales.
¿Por qué ocurre esto? La información masiva nos desaloja de nuestro mundo, nos cambia de dirección. Nuestra vida diaria ya no es un paraje tranquilo sino una mundanidad abierta y sujeta a los ritmos cambiantes de la comunicación de masas. Una de las nuevas modalidades de la comunicación de masas es la construcción de redes que significan proyectos de grupos y personas. Y como en toda construcción social se dan las conductas de adaptación activa o pasiva a la realidad, sea por opción, condicionamiento o falta de oportunidades. Es decir, no todas las personas participan activamente de la construcción de estos modelos sociales, incluso, existen quienes se oponen o resisten.
Manuel Castells (1996) ve la "Sociedad en Red" como una nueva forma de organización social, no una simple etiqueta para un fenómeno tecnológico. En la "Sociedad en Red" la identidad personal se define a partir de la conexión a una red, antes que por la ubicación dentro de una familia, clan, tribu o estado. Las sociedades, para Castells, están siendo estructuradas a partir de la complementariedad bipolar de Red y Ego. "En un mundo de flujos globales de salud, poder e imágenes, la búsqueda de la identidad colectiva o individual, asignada o construida, se vuelve la fuente fundamental del sentido social". Y debido a la prevalencia actual de la tecnología de la información, el mundo está siendo quebrado entre una tecno-elite globalmente conectada y las identidades comunitarias, atrincheradas en lo local. Destaca la importancia del moderno proceso de localización a la par de la globalización.
Para la psicología social se abre entonces, una dimensión de análisis e intervención precisamente en este campo de las redes sociales virtuales o socioespaciales. Cuando hablamos de redes no nos referimos a organizaciones sociales instituidas, sino a fenómenos organizativos más volátiles y de migración permanente. Necesitamos adecuar nuestra subjetividad al cambio permanente de “paraje”, a nuevos vínculos, a relaciones “líquidas” de poca duración. La característica de la vincularidad de nuestra época es la ajenidad; “lo ajeno -dice Berenstein- es aquello que la diferencia no modifica y lo que no es pasible de identificación”, la necesidad convivir sin condicionamientos. Una época donde ya no existe el compromiso de amor eterno y con ello el combo del aguante.
Lo que “joroba” no es la información, sino su exceso, éste no hace más que producir angustia y suele generar conductas fallidas (desánimo, desesperación, temor irracional, angustia, depresión, encierro, etc.). Todo requiere de un tiempo para ser procesado, un tiempo que parece no disponemos, ya que la rapidez con la que se produce nueva información trastorna nuestra ansiedad. Es cierto, disponemos de nuevas tecnologías de información, éstas afectan de manera tremenda nuestra vida y vemos a diario lo dificultoso que nos resulta manejarlas y aprovecharlas. Como todo, un uso moderado puede ser el camino para la adaptación activa a la realidad. El desconocimiento de estas herramientas muchas veces conduce ver el mundo de manera apocalítica o simbiotizarnos con discursos desesperanzadores.
La herramienta o tecnología ha propiciado la humanización. Hoy ya no se trata desde la psicología social estudiar solo el vínculo entre las personas, como decíamos al principio, sino también, el vínculo de éstas con la tecnología de la época, más que nada por su poder descollante en la formación y sostén de relaciones y subjetividades.

La asociatividad: entre el territorio y la sociedad global.

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Este escrito corresponde al marco de referencia de una investigación que desarrollo en el campo de la nueva asociatividad. Tomando como punto de partida el axioma que dice que “la asociatividad es un fenómeno de sociabilidad secundaria arraigado en el “instinto gregario”.

Prof. Ricardo Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en “Redes y Grupos”)

Planteamiento Conceptual:

I-Enfocamos la asociatividad como vínculo característico de la esfera pública, es decir, como vínculo de sociabilidad secundaria, determinado cultural, social e históricamente.
II-La asociatividad se configura y es configurada como fenómeno comunicacional en un vínculo a doble vía (feeback) entre el sujeto y el grupo (red).
III-La asociatividad sea virtual o socioespacial, contiene elementos de solidaridad, afiliación, seguridad y protección para el desarrollo de proyectos significados de sujetos y grupos.
IV-Los recursos cognitivos, las tecnologías de la información, la globalidad de los procesos comunicacionales, redimensionan el poder político de la esfera pública, convirtiéndola incrementalmente en actor clave de los procesos de organización social y constitución subjetiva.
V-La multidimensionalidad del fenómeno comunicacional nos permite afirmar que éste alberga procesos contradictorios y fundantes tanto de vínculos significativos como de ajenidad.

Breve “estado del arte”:

Si bien el anclaje de la investigación sugiere un ámbito sociocultural, como es el rioplatense, la descripción que se hace a continuación corresponde a una serie de discursos interpretativos claves en la labor investigativa de la sociedad civil en sentido amplio.
Hacia fines de los años ’80 comienzan a publicarse estudios centrados en la cultura e identidad en los movimientos sociales, tal es el caso de las publicaciones coordinadas por E. Laraña, J. Gusfield[i], en este trabajo se desarrolla la tesis de que los Nuevos Movimientos Sociales en cuanto a la movilización colectiva y su orientación racional de la acción, están centrados en aspectos identitario de las personas, más que en la ideología. Indican que la ideología como papel cohesionador es característica de la organización de los movimientos obreros y campesinos del siglo XIX y XX, entre otros. En cambio los nuevos movimientos sociales, implican con frecuencia aspectos de la vida íntima como espiritualidad, sexualidad, salud. Su organización se caracteriza por la acción social descentralizada y difusa, adoptando funcionamientos de red más que estructuras estables y jerarquizadas. Señalan que estas características ya se comenzaron a observar en los movimientos los años ‘60, cuya popularidad radicaba en el detenimiento y valor que daban a la identidad y a la autotrasformación personal.
En el trabajo de J. Riechmann y F. Fernández Buey[ii], se repasa una serie de enfoques interpretativos de los movimientos sociales. Para ello parten de la idea que “entre 1965 y 1985, una familia de movimientos sociales “nuevos” transformó las políticas de las naciones avanzadas. “Estos movimientos alternativos -como el ecologísmo, feminismo, pacifismo- descripto a veces como “redes de redes sociales” han luchado por los viejos ideales de justicia y emancipación. La continuada expansión de la civilización occidental deviene en sucesivas crisis, ante ello, los movimientos sociales en escenarios de extrema dificultad, luchan por devolver la capacidad la autocrítica y de autocontrol de las sociedades,”. En este estudio serán objeto de reflexión todas aquellas expresiones asociativas “pos-68”, medio ambientalismo, partidos verdes, izquierdas alternativas y la cuestión cristiana. Para ello, revisan los siguientes enfoques: (1) interaccionismo simbólico y funcionalismo estructural, que parten del estudios del “comportamiento colectivo”; (2) El de movilización de recursos, que analiza la organización, preguntándose sobre la eficacia en el uso de recursos que disponen los movimientos para alcanzar sus objetivos; (3) El de redes cuyo elemento aglutinador es la comunidad (cultura) de valores; Por último, las denominadas teorías europeas, centradas en la identidad y el proyecto histórico social, lo que las lleva a poner el acento en el estudio de los procesos de la comunicación y la formación de identidades.
La tercera vía ha reactivado el interés por lo comunitario, en este sentido nos encontraremos con versiones comunitaristas como las de S. Baumann[iii] y A. Etzioni[iv]; quienes centran su análisis de la asociatividad en los valores de solidaridad, seguridad y libertad de las sociedades contemporánea. Se ve en los valores asociativos las posibilidades para el redimensionamiento del control ciudadano, el mejoramiento de la calidad de vida y la integración de las culturas. Otro es el caso de A. Giddens[v], más preocupado por las transformaciones del capitalismo, el rol de la socialdemocracia, la globalización y su relación con el libre mercado y las desigualdades, lo que lo ha llevado a plantear el rol de la nueva izquierda y el poder de la sociedad civil como alternativas de cambio social.
Manuel Castells[vi] (1996) ve la "Sociedad en Red" como una nueva forma de organización social, no una simple etiqueta para un fenómeno tecnológico. En la "Sociedad en Red" la identidad personal se define a partir de la conexión a una red, antes que por la ubicación dentro de una familia, clan, tribu o estado. Las sociedades, para Castells, están siendo estructuradas a partir de la complementariedad bipolar de Red y Ego. "En un mundo de flujos globales de salud, poder e imágenes, la búsqueda de la identidad colectiva o individual, asignada o construida, se vuelve la fuente fundamental del sentido social". Y debido a la prevalencia actual de la tecnología de la información, el mundo está siendo quebrado entre una tecno-elite, globalmente conectada y las identidades comunitarias, atrincheradas en lo local. Destaca la importancia del moderno proceso de localización a la par de la globalización.
El clima de época de los años ‘80, encuentra el contexto latinoamericano abocado, casi con exclusividad, en la recuperación democrática de varios países del cono sur. Lo que define temáticamente el rol de las nuevas las políticas públicas: “la lucha contra la pobreza”[vii](analfabetismo, marginalidad, violencia social, exclusión, desocupación, deterioro de la trama solidaria y asociativa), llevando a fortalecer de manera creciente la alianza del Estado con las Organizaciones de la Sociedad Civil. La cuestión social será abordada desde los ‘anteojos’ de Organismos Internacionales y Multilaterales de Crédito (cuestión que se profundizará hacia la década de los ’90), la movilización de los recursos disponibles y la gestión asociada será la nueva tecnología social para sustentar los diferentes proyectos de cambio. La participación de las OSCs en este proceso redundará en una dinámica sinérgica de empoderamiento de las propias organizaciones y los nuevos movimientos sociales. La multiplicación del espacio de participación social y la pluralización de las sociedades latinoamericanas propicia una focalización temática al límite de la especialización de servicios, tal es el caso de: los movimientos ligados a la cuestión de la tierra y el habitad, la identidad de los pueblos originarios, el rol político y social de la mujer, las organizaciones de base en barrios carenciados (comedores, centros educativos, defensorías), las prestaciones terciarizadas en salud, discapacidad y vejez. Se inicia un camino de profesionalización de las OSCs., muchas de ellas pasarán a ser prestadoras del Estado en políticas de: salud, educación, desarrollo y trabajo.
En este escenario los avances y acumulación de organización y visibilidad lo han representado: (1) la imperiosa necesidad de capacitación de las organizaciones, desde temáticas propias de gestión organizacional y comunicacional, hasta el abordaje técnico de las problemáticas de actuación; salud, infancia, vejez, derechos, economía social, desarrollo, educación, etc. (2) La inclusión en la agenda pública. (3) Incentivo y profundización de estudios, históricos, antropológicos, organizacionales, comunicacionales. Casi todas estas sinergias se han dado en un marco conflictivo y de tensión social, lo que hace más valioso el conjunto de logros alcanzados.
En los últimos años y dentro de la misma alianza, OSCs + Estado + Organismos Internacionales, crece la perspectiva del desarrollo local inicialmente como versión crítica a la teoría desarrollista de los años ’60. Ante el universalismo del desarrollismo este enfoque va a priorizar lo local; En este sentido lo territorial juega un papel identitario de contrapeso o contracultura a la globalización. Inicialmente promovido –en el contexto latinoamericano- por algunos teóricos J. Arocena[viii] y J. L. Coraggio[ix] entre los más difundidos en nuestro medio hoy día, el enfoque es uno de los que se presenta con mayores posibilidades de articulación de actores en el ámbito de un territorio. Si bien su “fuerte” o la nota más destacada lo representa la racionalidad técnica con la que es concebida la propuesta de desarrollo (diferente de viejos enfoques centrados en la movilización), va encontrando una cabida en los ámbitos académicos, la comunicación, la política local y particularmente en las OSCs. En muchos casos, las OSCs. suelen operar como articuladoras a la hora de la convocatoria y la creación de contextos de confianza para el desarrollo local, ante la falta de credibilidad de otras dirigencias.
Otro impulso sinérgico lo representa el crecimiento exponencial de los movimientos de derechos humanos[x], su actividad ha potenciado una enorme cantidad de nuevas realidades que van desde el poder ciudadano[xi], la instalación de nuevos estándares para la vida política, la promoción de múltiples redes sociales[xii], la pluralización de la protesta y la visibilidad y problematización de la exclusión de las minorías. En este sentido quizás sea el enfoque que mayor visibilidad ha alcanzado los últimos años.

Un tema que se puede recortar, ya que representa una novedad en las ciencias sociales y en particular resulta uno de los fundamento de este preproyecto de tesis, es el creciente estudio de la historia de la asociatividad y la vida cotidiana en la Argentina, por la riqueza de información, la transformación de miradas, así como el impacto en el imaginario colectivo de esta perspectiva historiográfica[xiii].

Hacia un análisis de procesos asociativos

Podemos decir que en realidad las OSCs son muy antiguas y en las sociedades occidentales han adoptado diferentes configuraciones según el contexto; existieron las sociedades secretas propulsoras de ciencia y nuevos regímenes políticos, movimientos clandestinos desde la brujería a estrategias de resistencia política, entre tantos otros.
Los Movimientos Sociales han sido actores claves en la innovación de las estructuras políticas. En nuestra época esto no es diferente, los Nuevos Movimientos Sociales, aglutinados a la identidad están llevando adelante un cambio clave en los estilos de participación social. Su característica más notable es la alianza con los medios de comunicación de masas y las nuevas tecnologías de la información.
Los territorios cuna de las culturas hoy están siendo ‘glocalizados’ por la nueva cultura de la comunicación global, relacionándose y afectando la vida cotidiana y las relaciones sociales, ya sea activa o pasivamente. Esta transformación comunicacional esta relacionada estrechamente a las configuraciones asociativas de los movimientos y OSCs.
Para abordar dicho fenómeno proponemos el concepto de Matrices Asociativas. El término matriz nos indica un sistema integrado y latente de relaciones que permanecen a través del tiempo. Aquí, hablamos de matriz asociativa, para indicar la capacidad de trascender a su época que tienen algunas prácticas asociativas “ejemplares”.
Las matrices asociativas son un compendio de conocimientos populares de tipo narrativo, J. Bruner[xiv], dice: “para comprender al hombre es preciso comprender cómo sus experiencias y sus actos están moldeados por sus estados intencionales; la forma de estos estados intencionales sólo puede plasmarse mediante la participación en los sistemas simbólicos de la cultura”. Las matrices asociativas nos plantean que en los discursos identitarios no todo es evocación o cuento, sino que tienen su porción inconsciente (colectivo/arcaico) como construcción.
La emergencia de ‘modelos de organización’ en la historia argentina se han dado en condiciones sociales que permitieron su desarrollo y han perdurado en la memoria colectiva. Por ejemplo, la matriz confesional tuvo lugar en un contexto colonial, donde la iglesia Católica era algo así como el ‘ministerio de acción social’ del Virreynato, de ahí que la acción social estuviera ligada a la iglesia, si bien las hermandades y cofradías fueron organizaciones de laicos, siempre estuvieron patrocinadas por el clero y las autoridades eclesiales, lo que indefectiblemente aporto a generar una matriz, un estilo de organización centrada en la caridad cristiana y el credo religioso como elemento de legitimación social de la organización y sus actividades. En otro momento de la historia y en un contexto diferente, nos encontramos con las asociaciones de inmigrantes, un modelo de solidaridad de ayuda entre iguales, quizás promovido por las extremas condiciones de vida y el conocimiento que traían de los gremios europeos, lo que sin duda aportó a construir una matriz fomentista, de mejora de la calidad de vida a través de la organización social. Ponemos estos dos casos solo a modo de ejemplo.
En este sentido nos dice Richard Hall[xv]: “las organizaciones aparecen en épocas históricas distintas, afrontan contingencias variadas y desarrollan tradiciones diferentes. Estas diferencias afectan la forma en cómo factores, como el tamaño y la tecnología influyen en el grado de formalización y en otras características de este tipo”. En el mismo sentido Henry Mintzberg[xvi] dirá: “en ‘la mente de la organización’ están presentes las convicciones compartidas que se reflejan en tradiciones y hábitos, así como en manifestaciones más tangibles: relatos, símbolos e incluso edificios y productos” o como dijera Pettigrew, “la cultura en una organización puede ser considerada un ‘tejido social expresivo’, al igual que en el cuerpo humano une los músculos (dinámica, proceso) a los huesos (estructura organizativa).
Entonces el concepto de matrices asociativas hace referencia a los estados que hacen posible la estructuración de la vida de las organizaciones sociales. Especialmente en la dimensión de creencia compartida, a veces, incongruentes o contradictorias pero operantes. La multiplicidad de estos idearios sociales nos lleva a pensar en la existencia de un repertorio cultural que cada clima o espíritu de época acentuará o propiciará una matriz asociativa identificable con las necesidades del momento, el contexto social y la complejidad del conocimiento hasta ese entonces. Definición:

• La matriz asociativa determinará la cultura de la organización o red.
• Se expresa en sus mecanismos de participación.
• Determina los fines y proyecto fundacional.
• Determinan los criterios de afiliación.

Bueno, este marco de referencia es el que actualmente nos sirve para llevar adelante una investigación en el fenómeno psicosocial de las redes socio-espaciales y virtuales. En el escrito sobre psicología social y tecnologías de la información, aparece otro sector de referencia que son las nuevas tecnologías de información, allí se plantea el rol determinante que ejercen hoy en la organización social y sus múltiples modalidades de vinculación.


[i] Laraña, E. y Gusfield, J. Los movimientos sociales, CIS – Publicación Académica Univ. Internacional Menendez Pelayo de Santander, ed. 1994 Madrid.
[ii] Riechmann, J. y Fernandez Buey, F. Redes que dan Libertad – ed. Paidós, Barcelona 1994.
[iii] Baumann, Z. Comunidad, ed. Siglo XXI, Bs. As. 2003 (y otras publicaciones relacionadas a “la vida líquida” adjetivación que utilizará para describir la vida actual, como sin rumbo, de cambios permanentes en el formato de la vida cotidiana, existencialmente precarias y de fuerte incertidumbre”.
[iv] Etzioni, A. La nueva regla de oro, ed. Paidós – Barcelona 1996 y La tercera vía. Hacia una buena sociedad, ed. Trotta, Madrid 2000.
[v] Giddens, A. La tercera vía, ed. Taurus – Madrid 1998 / de Alonso, A. La tercera vía ed. Longseller – Bs. Aires 2001.
[vi] Castells, M. La sociedad red (1996) / El poder de la identidad (1997) / Fin de milenio (1998) – ed. Alianza
[vii] Kliksberg, B. Pobreza un tema impostergable y La lucha contra la pobreza en América Latina – publicaciones del CLAD/PNUD/BID y FCE // Beliz, G. (compilador) Política social la cuenta pendiente – ed Sudamerica, Bs. Aires 1995 // Valencia, E. y Winder, D. El desarrollo una tarea en común –ed. Red Observatorio Social, México 1997 // Peñalva, S. y Rofman, A. Desempleo estructural, pobreza y precariedad – ed. Nueva Visión.
[viii] Arocena, J. y Otros La création d’entreprise, un enjeu local – ed. La Documentatio Française, Paris 1983.
[ix] Coraggio, J. L. Desarrollo Local en áreas metropolitanas – UNGS 1999
[x] Jelin, E. Los nuevos movimientos sociales – ed. CEAL, Bs. Aires 1989.
[xi] Bresser Pereira, L. y Grau, N. Lo público no estatal en la reforma del Estado – ed. CLAD/Paidós – Bs. Aires 1998.
[xii] Dabas, E. y Najmanovich, D. Redes el leguaje de los vínculos. Hacia la reconstrucción y el fortalecimiento de la sociedad civil – ed. Paidós, Bs. Aires 1995 (El libro es la sistematización del 1er. Encuentro Internacional de Redes Sociales, que tuvo lugar en Buenos Aires, lo que es digno de mencionar en relación al tema que tratamos).
[xiii] GADIS De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil – obra colectiva propiciada por la Asociación GADIS/ Bs. Aires 2002 // Devoto, F. y Madero, M. Historia de la vida privada en la Argentina, ed. Taurus, Bs. Aires 1999 // Gil Lozano, F. y Pita, S. Ini, M. Historia de las mujeres en la Argentina – ed. Taurus, Bs. Aires 2000 // González Bombal, I. y Villar, R. Organizaciones de la Sociedad Civil e incidencia en las políticas públicas – ed. Libros del Zorzal, Bs. Aires 2003 // Thompson, A. (comp.) Público y Privado. Las Sociedades sin Fines de Lucro en la Argentina – ed. UNICEF/LOSADA, Bs. Aires 1995.
[xiv] Bruner, J. Actos de Significado – más allá de la revolución cognitiva – ed. Alianza, España 1990
[xv] Hall, Richard H. Organizaciones Estructura y Proceso – ed. PRENTICE – España 1973 (p.169)
[xvi] Mintzberg, H. y otros Safari a la estrategia – ed. Granica – Bs. As. 1998 (p.334/5)

Los Grupos Comunitarios. Breves aproximaciones.

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La historia social del hombre nos muestra que los seres humanos siempre han vivido en comunidad, desde el principio hasta hoy el contacto con otros ha sido, es y será la base fundante de nuestra sociedad porque el hombre es un ser social y como tal, no puede crecer ni desarrollarse si no es en relación con los demás.

Por Cristian Crespo. Operador Psicosocial.

La primer unión con otros se remontan a los tiempos de la prehistoria, cuando el hombre sintió la necesidad de agruparse para enfrentar los problemas que a diario lo aquejaban, esta forma de agrupación recibió el nombre de horda primitiva. Continuamente se trasladaban de un lugar a otro sin establecerse en ningún lugar, eran grupos nómadas, al ser cazadores seguían el camino que les marcaban sus presas.
Con el transcurrir del tiempo llegaron los avances en la perfección biológica del hombre y en el desarrollo de la producción y la organización social, los distintos grupos comenzaron a juntarse para encontrar mayor protección entre ellos y una mejor explotación de la agricultura, la pesca y la caza. Primero comenzaron a agruparse en grandes familias o clanes, luego los clanes se juntaron para formar las tribus y cuando estas se unieron bajo un solo mando surgieron los pueblos y mas tarde las ciudades.
De la duda a la confianza, del esfuerzo individual a la cooperación, compartiendo objetivos y logros, el ser humano fue aprendiendo y comprendiendo que los caminos para obtener mejores resultados son los que marcan, inevitablemente, las relaciones con otros y la organización creativa en grupos.
Así, en la actualidad, el hombre ya totalmente reconocido como ser social, forma parte de distintos grupos creados formal o informalmente que, mas allá del objetivo para el cual fueron conformados, nos brindan contención. En ellos se establecen polémicas, intercambio de experiencias, se exponen sentimientos, distintos puntos de vista y formas de construcción y de seguir compartiendo de la mejor manera, porque cuando trabajamos en un grupo que es abierto y participativo podemos llegar a conclusiones que son mucho más ricas que el pensamiento individual.

El grupo en la comunidad

Básicamente un grupo es “una asociación de pocas personas que comparten un objetivo común”. Esta es una definición general y como tal abarca a todos los tipos de agrupamiento que existen y puedan existir. Dentro de ella podemos incluir tanto a los miembros de la gerencia de una gran empresa como a los chicos de un jardín de infantes, todos forman parte de un grupo y comparten objetivos en común, también nosotros podemos incluirnos en esta definición como integrantes de una comunidad pero es aquí donde nos permitimos marcar algunas pequeñas diferencias que surgen de tener bien en claro cual es el lugar desde donde desarrollaremos las tareas necesarias para lograr los objetivos.
Diremos que todo “conjunto de personas que en un determinado tiempo y lugar se unen con la finalidad de realizar una tarea en búsqueda de un objetivo común” será un grupo y si pensamos que el “conjunto de personas” estará conformado por todas aquellos que sientan la necesidad de comprometerse en la búsqueda de soluciones a las diferentes problemáticas que se vayan planteando en nuestra comunidad, que las tareas serán todas aquellas que se definan en conjunto y que busquen los caminos para llegar a nuestro objetivo común que es, sin duda, mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos, podemos decir que hablamos de un grupo comunitario.
Tomando elementos antes desarrollados vemos que el grupo es uno de los primeros ámbitos de participación comunitaria. A nuestro entender, es un motor básico para impulsar, buscar, discutir y realizar junto a los interesados, no solo la distribución de algunas tareas, si no también, la planificación de los pasos a seguir por el y en conjunto generando una mejor accesibilidad a los recursos por pare de los beneficiarios y constituyendo espacios de contención, socialización e integración a partir del trabajo comunitario.

¿Cómo y por que se forma un grupo comunitario?

Podemos decir con fundamento que un grupo comunitario se hace, es decir, planteamos que antes de definir la existencia del grupo como tal, se debe cumplir con una construcción que lo solidifique y lo forme. Esta manera de pensar la existencia de los grupos está relacionada directamente a cuestiones que se identifican con:

• Los sentimientos y emociones compartidos entre lo integrantes.
• Las normas de funcionamiento interno del grupo.
• Historias compartidas.
• Pertenencia de los miembros al grupo.
• Identidad grupal.
• Valores que el grupo tiene como propios.

Si observamos cada uno de estos puntos descubriremos de inmediato la dificultad de que alguno de ellos surja en forma espontánea y rápida, es imposible que se materialicen de la nada, cada uno de ellos se debe construir con tiempo y dedicación.
Construir significa esfuerzo y compromiso, con ellos, y para que un grupo se consolide como tal, se deberá trabajar para que la desconfianza se transforme en confianza, la competencia en cooperación; deberemos entre todos acordar el funcionamiento interno del grupo; compartir tiempo y experiencias juntos para construir una historia del grupo; fortalecer la pertenencia para que se construya la identidad grupal y que todos los miembros del grupo vean y sientan que son un equipo unido.
Ahora, ¿cuáles son las causas por las que un grupo se construye?, ¿para que se hace un grupo?. Primeramente descubriremos que siempre un grupo se forma para satisfacer una necesidad, para llenar huecos o espacios vacíos que claman alguna presencia. Esta necesidad puede ser común a los integrantes o planteada por la comunidad donde habitamos, a partir de ella los que están interesados en satisfacerla comienzan a agruparse. Es muy importante tener bien en claro esto, descubrir la necesidad es también descubrir para que se forma el grupo comunitario, es el primer paso para pensar cuales serán los objetivos que plantearemos como meta.
Una vez instalado el “para que”, casi de inmediato, tendremos que descubrir el “como” y esto significa discutir entre todos cual es la forma de funcionamiento interna y también como actuaremos en la comunidad donde trabajaremos. Es decir, todas las cuestiones que hacen al encuentro, por ejemplo el horario y los días en que se realizan las reuniones o cuales serán las responsabilidades de los encargados de realizar las distintas tareas asignadas, teniendo en cuenta siempre que en este punto es importante que todos los integrantes participen y se pongan de acuerdo al aceptar las condiciones para poder trabajar lo mas cómodos posible.

Que vamos a encontrar en un grupo

Participar en un grupo es como ser parte de un mecanismo donde nosotros somos las piezas que lo conforman, es lógico que este va a funcionar bien cuando todas las piezas que lo componen lo hagan bien, porque el grupo es algo mas que la suma de las personas que lo forman, el grupo se consolida con la interacción de sus integrantes y el vinculo que entre ellos generan.
Así seguro que en él encontraremos un lugar que nos servirá para:

• Fundamentalmente sentir que no estamos solos.
• Aprender a hacer tareas que nunca hemos hecho con mucho menos miedo del que a veces tenemos ante lo desconocido.
• Construir nuestra forma de ser, ya que en el grupo surgen valores y actitudes personales que deberemos aceptar y a veces corregir.
• Aprender a poner los limites entre nuestros intereses particulares y los del conjunto.
Poner en común los recursos que cada uno tiene y aprovechar mas lo que cada uno sabe.

Cada una de estas cuestiones irán escoltadas de actitudes que son buenas para la convivencia, así veremos que, se conoce nueva gente y que los logros surgen como resultado del esfuerzo de todos porque se puede trabajar con otros sintiéndonos contenidos y acompañados. Aunque en el camino también encontremos que por ahí se habla mucho y se hace poco, que hay peleas y discusiones sin sentido y que parece que cada uno tira para su lado, debemos seguir con nuestros objetivos tratando de comprender y corregir estas acciones ya que, lo peor que podemos hacer es ignorarlas por eso lo ideal es, una vez que las descubrimos, tratar de resolverlas para que no sean interferencias en nuestro avance.
Una de las cosas más interesantes e importantes que encontraremos en los grupos es que allí se puede aprender y que allí se puede enseñar. De la familia, los amigos, el trabajo o de cualquier otro colectivo con el que hayamos convivido o interactuado, aprendimos mucho de lo que nos ha formado como personas. Así hemos podido incorporar información, sentirnos motivados, producir nuevos conocimientos y a lo mejor sentir que otros aprenden de nosotros.
Interactuar en cualquier grupo, es conocer una nueva manera de aprender y de enseñar y así de crecer como personas porque esto nos permite cambiar nuestra forma de ser y la de los demás, nos permite producir conclusiones que modifiquen nuestras conductas y nuestras habilidades para el bien de todos.

Distintas actitudes de los integrantes de un grupo

Podemos decir que la actitud es la forma que tenemos de manifestar y de realizar acciones, es la disposición para hacerlo.
Hay actitudes que estimulan la cooperación entre los integrantes logrando que el grupo funcione mejor y sea más operativo, es decir, actitudes que hacen que los objetivos del grupo sean más fáciles de alcanzar y, al mismo tiempo, puede haber actitudes que generan oposición y rivalidad impidiendo llegar al objetivo provocando situaciones de conflicto.
Actitudes que favorecen al grupo: Resultan positivas para el crecimiento del grupo y el logro de sus objetivos, algunas de ellas son:

• Proponer nuevas ideas.
• Buscar, elaborar y dar información.
• Tratar de que todos entiendan.
• Pedir y reformular opiniones.
• Expresar con claridad los sentimientos y pensamientos del grupo.
• Orientar la posición del grupo teniendo en cuenta los objetivos.
• Registrar lo que aportan los demás y lo que sucede en las reuniones.
• Animar a los demás.
• Mostrar solidaridad con los demás.
• Tratar de acercar las diferencias entre los otros.
• Sintetizar las ideas.

Actitudes que no favorecen al grupo: Son actitudes que no favorecen al crecimiento del grupo todas aquellas que no aportan a la tarea que este está realizando. Estas son algunas:

• Criticar en forma permanente las acciones y propuestas de los demás.
• Defender solo los intereses personales o aquellos que son ajenos al grupo.
Ser agresivo.
• Ser negativo o pesimista.
• Ser dominador, no dejar hablar a los demás y enojarse cuando no se hace lo que uno propone.

Se debe tratar de tener siempre actitudes que apunten al fortalecimiento grupal y al cumplimiento de los objetivos planteados, teniendo en cuenta que dentro del grupo siempre van a existir diferentes forma de desempeñarse, esto definirá el rol que cada uno tendrá dentro de él, así uno será el líder, otro será el que se anime a decir lo que todos sienten, otro será el coordinador del grupo y conviviremos, de esta manera, con distintas realidades.



Bibliografía.
Manual de los Animadores Comunitarios .Programa de Fortalecimiento de la Sociedad Civil. Secretaria de Desarrollo Social. Presidencia de la Nación. Año 1998.
Pierre Besnard “La animación sociocultural”. Paidós Educador. Año 1991
Dora Garcia. “El grupo. Método y Técnicas participativas” Espacio Editorial. Año 2003.
Jack R. Gibb. “Manual de Dinámica de Grupos” Editorial Humanitas. Año 1993

La ciudad un recorrido histórico

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Prof. Ricardo Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en "Redes y Grupos")

Este trabajo es producto de una curiosidad nacida en la pregunta: ¿cómo fueron las ciudades en otras épocas?
La búsqueda se encuentra orientada por el concepto de organización como clave y nivel de anclaje de la investigación, es decir: la ciudad como organización.
El otro gran objetivo es la indagación sociohistórica de las actuales y promovidas creencias, acerca de las virtudes del desarrollo desde la perspectiva de la organización de la ciudad (desarrollo local).
Para esto haremos pie en diferentes estudios y contextos que se remontan a los años de la antigüedad de nuestra civilización, creemos que allí encontremos indicios relevantes respecto de la dinámica de la organización de la ciudad.
La extensión y carácter del trabajo nos permite simplemente indagar en algunas matrices asociativas que han tenido lugar en diferentes épocas y pueblos del cuál el criterio de selección es el interés que pueden despertar las fuentes consultadas.

La ciudad antigua
La pequeñez de la sociedad primitiva forjó un principio de asociatividad centrado en los dioses domésticos, la familia y sus antepasados. La religión doméstica dictaba las prohibiciones, los ritos, las fechas de las celebraciones, la lengua. Cuando un cierto número de familias formaron un grupo, la lengua griega lo llamó: la fratría y la legua latina la curia. Lo que parece indudable es que esta asociación de familias se fundó en una idea religiosa. En el momento mismo que estas familias se unieron concibieron una divinidad superior a sus divinidades domésticas, se habla del dios que preside la fratría, el dios protector, se elevó un altar y se instituyó un culto, el cuál consistía en una comida celebrada en común, la carne había sido preparada en el altar, por lo tanto era sagrada (estas celebraciones han subsistido hasta el día de hoy).
Cada fratría tenía un jefe (fratriarca), cuya principal función consistía en presidir los sacrificios. La fratría tenía sus asambleas, deliberaciones y podía dictar decretos, como en las familias, había un dios, un culto, un sacerdocio, una justicia, un gobierno. La fratría había sido modelada sobre la organización familiar.
La agrupación de fratrías, formaron una tribu. En este nuevo círculo (organización) también hubo, una religión, altar y una divinidad protectora. El dios era un hombre divinizado, un héroe, de él recibía la tribu un nombre, por lo que queda de las instituciones de la tribu, nos dice, Fustel de Cuolanges, se ve que en sus orígenes la tribu estuvo constituída para ser una sociedad independiente y no tenían un poder social superior

Constitución de la ciudad antigua
La tribu, la fratría, la familia estaba constituida para ser independiente, una vez formada no se admitía a ninguna otra familia o extraño.
El principio asociativo que permitió la asociación entre tribus se fundó en la condición del respeto del culto de cada tribu. El día que esto fue posible nació la ciudad.
La ciudad era una confederación. Por eso estuvo obligada a respetar la independencia religiosa y civil de las tribus, de las fratrías y las familias, y en principio no tuvo derecho a intervenir en los negocios particulares de las pequeñas unidades. Nada tenía que ver con el interior de una familia, no era juez de lo que en ella ocurría; dejaba al padre el derecho y el deber de juzgar a su mujer, a sus hijos, a su cliente. El derecho privado concretado durante esta época de aislamiento familiar, subsistió por mucho tiempo en las ciudades .
Así, la ciudad no es una asamblea de individuos, es una confederación de grupos constituídos antes de ella y por esto dejará subsistir.
La pertenencia o identidad se daba por un ingreso progresivo en cada grupo, no se ingresaba al nacer directamente en los cuatro grupos, primero se pertenece a una familia por la ceremonia que tenía lugar diez días después del nacimiento, algunos años después se ingresa en la fratría, la tribu y por último a la edad de dieciséis o dieciocho años se admite en la ciudad .
Es necesario pensar en la excesiva dificultad que para las sociedades implicaba fundar sociedades regulares, no fue tan fácil un lazo social entre esos seres humanos tan diversos, libres e inconstantes. Para darles reglas comunes, para instituir el mando y hacerles aceptar la obediencia, para subordinar la pasión a la razón y la razón individual a la pública, seguramente era necesario algo más poderoso que la fuerza material, más respetable que el interés, más seguro que una teoría filosófica, más inmutable que una convención, algo que sea igual en el fondo para todos. Esta cosa es una creencia . Nada es más poderoso y difícil de modificar que una creencia, su efecto y poder es más fuerte que cada uno, nos prescribe deberes, doma nuestra naturaleza y hasta puede esclavizarnos.
La antigua creencia de honrar a los antepasados; el culto del antepasado agrupo la familia ante el altar, de ahí la primer religión, el primer saber y moral, el establecimiento de la propiedad, la sucesión, todo el derecho privado ordenado a las reglas de la organización doméstica. El mismo proceder se encuentra en la fratría, la tribu y hasta en la ciudad antigua.
Conviene aquí hacer una reserva, una vez descubierta la organización municipal, parece que no fue necesario que para organizar una nueva ciudad, recorrer todo este camino gradual de asociaciones que van de la familia a la confederación. Solía ocurrir que cuando un jefe salía de una ciudad constituida podía fundar otra con un pequeño número de conciudadanos e incorporaban otros que procedían de diversos lugares, e incluso razas. En consecuencia, se imitaba el pueblo que acababan de dejar y dividían en tribus, fratrías y familias.
Sucedió también con frecuencia la unión de hombres que provenían de sociedades sin leyes u orden similar a éste, lo que imponía un esfuerzo por establecer este tipo de sociedad, lo que promovió revoluciones y enfrentamientos con las tradiciones. Incluso lo encontramos en Platón cuando idea una sociedad ideal, en su libro conocido como Leyes.

Aportes a nuestra época
De la ciudad antigua rescatamos la importancia del principio de asociatividad como proceso gradual de abajo hacia arriba, al menos hasta descubierta la organización municipal. La imposición de un modelo ideal de ciudad abre una nueva etapa en la historia de la civilización. Otro papel importante lo juegan las identificaciones primarias, como la religión, la moral familiar, el culto doméstico, el territorio, ejercen un poder central en la organización de la sociedad. En definitiva ambos componentes: identidad e ideal de ciudad son hijos de las creencias aceptadas, o paradigmas de la organización social. También, identidad e ideal de ciudad son la condición de posibilidad de la organización de la ciudad.


Nota: La ciudad antigua, es el título de un libro de Fustel de Coulanges, texto referencia para este apartado

Las Políticas Sociales y el rol de la Comunidad

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Prof. Ricardo Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en “Redes y Grupos”)

1. El renacimiento de la Comunidad
El hombre y la sociedad se dan la mano en la comunidad, la comunidad es portadora de la historia viva, de los valores, la cuna de los proyectos concretos, en fin un espacio donde se puede transitar a pie.
Ciertos enfoques que piensan el desarrollo desde una perspectiva local se unen a la larga historia del pensamiento comunitarista, historia que sirve de trampolín para lanzarnos a una nueva aventura en las políticas públicas: pensar el territorio y el afecto societario como claves para estrechar las brechas entre ricos y pobres.
El comunitarismo después de la segunda guerra mundial adoptó posturas más críticas y se convirtió en una reacción ante el fracaso de los enfoques excesivamente paternalistas, como fue el caso de los totalitarismos de Estado. En este sentido rescatamos conceptos moderados sobre comunidad que fraguaron las identidades primarias de las comunidades a la tradición de los derechos universales del hombre.

1.1. La Comunidad Organizada
Inicialmente la Comunidad Organizada fue un texto y se reconoce su autoría al Presidente J. D. Perón, quién en una tarde de abril de 1949, durante la clausura del Congreso Nacional de Filosofía, elevó a teoría su concepción política y de convivencia social, por entonces, avanzada de la ‘tercera posición’. Curiosamente 40 años después, con el derrumbe del socialismo y la crisis del Estado Benefactor profundizada por el neoliberalismo, aparecerá una corriente de pensamiento denominada La Tercera Vía, centrada en los valores de la inclusión.
Citar a Perón es correr el riesgo de ‘politizar’ un espacio de pulcritud técnica, pero a pesar de ello, es oportuno revisar pensamientos que de una u otra manera están en las prácticas organizadas de las comunidades argentinas.
La conferencia citada comienza aseverando: “Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos… que el cultivo de las técnicas, como ciencia y docencia se han convertido en un virtuosismo técnico, con un consecuente distanciamiento del mundo del que suele desenvolverse el hombre”. Hoy, ¿cuál es el mejor camino para reconciliar las alpargatas con los libros?.
En la idea de Comunidad Organizada nos encontramos con una filosofía que define al hombre como: “un ser ordenado para la convivencia social… el Bien no se realiza en la vida individual, sino en la Comunidad; la ética culmina en la política…”, este es un pensamiento de larga data, y en este caso era el fundamento para afirmar que habrá comunidades con sentido ético y otras desprovistas de él… proyección de un progreso ordenado o delirantes irrupciones de masas. Por lo tanto, la persona libre (hoy llamamos incluidos) no puede producirse sino en el marco de una convivencia organizada (comunitarismo) y autodeterminada (universalismo). En la posibilidad concreta de inclusión aparece el ‘nosotros’ y éste en relación siempre de una comunidad organizada.
La Inclusión será el orden y la proporción con la que se podrá organizar la comunidad, de esta idea surge la siguiente definición: “una comunidad organizada donde cada sector ejercita sus funciones en servicio de todos y conforme a un proyecto común, es una comunidad de inclusión”, con palabras un tanto filosóficas, estamos diciendo lo que hoy dicen muchos teóricos del desarrollo.
Por último, es interesante rescatar de esta idea de Perón, el hecho de que Ciudadano se es en tanto se pertenezca a una Comunidad Organizada y ésta es irreductible a cualquier otra organización. Consumar estas ideas en la práctica es la obligación de Pueblos y Gobiernos.

Rescatamos de la idea de Comunidad Organizada:
Las técnicas al servicio de las comunidades y no enfrascadas en debates interminables.
La comunidad organizada como portadora de inclusión, ciudadanía.
La comunidad organizada como un deber de pueblos y gobiernos.

1.2. Desarrollo de la Comunidad
A fines de la década del 50’ (según Cardarelli/Rosenfeld) comenzó a interesar la temática del desarrollo, en un primer momento desde una visión ligada al crecimiento económico. Entonces, en el Estado adquirió importancia la planificación como la herramienta indispensable para lograr el desarrollo. A principio de los 60’ con el compromiso de EE.UU. de financiar parte del desarrollo de Latinoamérica, se inserta la temática de la participación vinculada al Desarrollo de la Comunidad. Su método se lo denominó filtro indispensable, según el cuál las necesidades manifestadas por los beneficiarios de un plan social dinamizaban la actuación de la comunidad.
El Desarrollo de Comunidades surgió de la pluma de escritores asiáticos, influidos por el peso de la economía campesina y los problemas de las comunidades rurales, algo similar ocurrió con el banco Grameen (popularizado como banco de pobres).
En este marco ideológico, la comunidad es el centro de la transformación, y su tarea es integrar las comunidades rezagadas al desarrollo global (inclusión), desde este objetivo se promovieron proyectos locales sobre la base de la cooperación solidaria, insistiendo en un enfoque hacia adentro de la comunidad promotor del cambio de actitudes y valores. Al contribuir la población a la solución de sus problemas, ésta se capacitaba para incorporarse al proceso de desarrollo inclusivo.
El desarrollo de comunidades, en Argentina se consolidó a fines de los 70’, por lo que se cuestionó su funcionalidad a la dictadura militar, por el hecho de acentuar sus metodologías en la microparticipación o participación excesivamente territorializada.
Otro de los puntos fue que su implementación requirió de conocimientos y prácticas específicas de agentes profesionales con capacidades y destrezas técnicas, animadores comunitarios, trabajadores sociales. Ya que el objetivo era desencadenar en las comunidades procesos educativos que modificaran conductas y actitudes resistentes al cambio y promoviesen capacidades para el desarrollo. Dentro de esta práctica se promovió la formación de líderes naturales de la comunidad, evitando que estos se identificaran con una actividad política o sindical.
Una batería de técnicas de diagnóstico, planificación y evaluación se constituyeron en los instrumentos de abordaje de la comunidad en diferentes proyectos y programas. Dos influencias teóricas de la época colaboraron en estas prácticas; (1) la planificación como requisito indispensable para el desarrollo y (2) la psicología social que revitalizaba las técnicas de dinámica de grupo (por entonces importadas de planes de salud mental norteamericanos).

Rescatamos de la idea de Desarrollo de Comunidades:
Participación del grupo beneficiario.
Territorialización.
Utilización de técnicas como propulsoras de procesos inclusivos.

1.3. Comunidad: la sociedad buena
La tercera vía, se denomina así a un debate actual que intenta reavivar cierto idealismo en la política ante tanto pragmatismo.
Uno de los elementos discutidos es acerca del concepto de comunidad, se afirma que ciertamente la comunidad constituye una de los componentes de la buena sociedad. Las comunidades proporcionan lazos de afecto que transforman los grupos de gente en entidades sociales semejante a familias amplias (redes de apoyo mutuo). Por otro lado la comunidad trasmite una cultura de valores compartida que se convierte en el marco de referencia para el comportamiento social saludable.
Quienes defienden las ventajas de la comunidad como propulsora de una buena sociedad se apoyan hoy día, tanto en los problemas que acarrea el aislamiento como exclusión social (el vivir en la periferia), como la vida en los rascacielos de Nueva York. Se insiste en que el aislamiento es un factor de importancia en ciertos daños psicológicos. Las comunidades, en cambio, pueden jugar un papel fundamental en los cuidados preventivos en períodos de crisis de las personas. En este sentido la comunidad es lo próximo, por ello es importante cultivarlas donde ya existen y promoverlas donde están olvidadas. La comunidad resulta esencial para la producción de gran parte de los bienes sociales.
Otro elemento en cuestión es discutir la relación entre: seguridad comunitaria y libertades individuales, Lo cierto es que: “estar en comunidad es ganar seguridad” y también, “estar en comunidad es perder libertad individual”. La integración de ambas cuestiones si bien es acorde a cada época y situación en particular, no debemos olvidar las prácticas extremistas en que suele caer una sociedad ante los temores de la inseguridad combinadas a la influencia gravísima de los modelos individualistas.
La misma necesidad de integración la vemos en el tema “pos-Estado de Bienestar”; Si de alguna manera el Estado ya no puede asegurarnos obligatoriamente todos los riesgos de la existencia y vemos que estos seguros se han acotado a la invalidez y al que no consigue trabajo, en una sociedad como la nuestra ¿cómo podemos asegurar el destino de las personas?. Primero tratemos de combinar dos principios: (1) principio de solidaridad: La sociedad tiene una obligación de protección con sus miembros y (2) principio de responsabilidad: Cada individuo es dueño de su existencia y debe hacerse cargo de sí mismo.
De la combinación de estos dos principios debe surgir el criterio para la implementación de políticas públicas. Es por un lado reconocer una función indelegable en el Estado y un elemento de dignidad de la persona y sus capacidades como sujeto social.

Rescatamos de la idea de Comunidad como sociedad buena:
La comunidad como sostén.
La comunidad como situación concreta promotora de inclusión.
La comunidad como espacio de consumación de la libertad individual y la responsabilidad social.

2. La Gestión Asociada
Las tres ideas mencionadas son a su vez tres tradiciones fuertes y presentes en los modelos de la asociatividad en Argentina, por ello, bastan como fundamento para la justificación de la necesidad de gestión conjunta entre Estado y Organizaciones de la Sociedad Civil en el Desarrollo Local.
El ‘instinto’ de vivir en sociedad le llamamos hoy redes o comunidad, con un fin meramente práctico clasificamos a las redes en tres formas posibles:
Redes de apoyo mutuo: también denominada comunidad, su móvil asociativo es la necesidad y su funcionamiento es informal.
Redes distributivas: son propias de los planes de gobierno, su móvil asociativo se supone es la distribución de la riqueza, su funcionamiento es jerárquico, cuyo principal protagonista es el Estado.
Redes asociativas: son el producto de la asociación de organizaciones, su móvil es el afecto societario o voluntad libre de asociarse. El funcionamiento es inicialmente informal y tienden a normalizar los procesos.
De los tres tipos de redes, las distributivas y asociativas son las que mejor se presentan para la gestión asociada.
Las redes distributivas nacen de un impulso estatal, como implementar un plan social, la realización de una obra pública, o acciones de desarrollo de la comunidad, por ello son efectivas, más que nada, donde no existen espacios asociativos fuertes. Por lo general proponen un modelo más o menos homogéneo de participación y comunicación, por ejemplo los Consejos Consultivos (plan J&J), las Juntas Vecinales, Comité de Evaluación, etc.
Las redes asociativas se cohesionan a partir de la identidad o ‘un problema en común’, por ejemplo, el estar desempleado o sin vivienda, sin cobertura de servicios etc. El problema a atender convoca a la red, es un problema que la gente transformará en proyecto común y este será la razón de ser de la red.
Las redes asociativas han sido históricamente en nuestro país un espacio de las Organizaciones de la Sociedad Civil, y es propio de nuestra época que preexistan a las iniciativas de los gobiernos.
Veamos algunos elementos que se desprenden de este análisis:
Las redes deben pensarse como situacionales e instituyentes. Duran en tanto exista la voluntad libre de asociarse y no deben dejar de ser promotoras de lo nuevo, de lo que aún no existe, de nuevas normas de convivencia. De nada vale pensarlas como espacios instituidos por Decreto o por la acción voluntarista del Gobierno, por ejemplo: “Consejos Consultivos para todos”.
Lo que puede tener relevancia para la intervención gubernamental es evaluar el grado o momento de estructuración en el que se encuentra el espacio asociativo local y desde ahí sumarse.
Filosofía práctica: Las redes locales son la mejor ‘cabecera’ para tender un puente entre el Estado y la Sociedad Civil, pero son solo eso, las redes no son el puente, deben respetarse como espacios autónomos, el puente son los recursos, la iniciativa local, las nuevas leyes, los nuevos valores. El puente dejará de existir si estos elementos no se ponen en común, y a lo mejor las redes sigan existiendo lo mismo que el Estado, de hecho hoy es lo que ocurre.


Fuentes: Para la elaboración de la ficha se ha consultado el siguiente material editado.
Perón, J. La Comunidad Organizada – varias ediciones.
Etzioni, A. La Tercera Vía hacia una buena sociedad – ed. Trotta, Madrid 2001
Cardarelli, G. y Rosenfeld, M. Las participaciones de la pobreza. Programas y Proyectos sociales – ed. Paidós, Bs. As. 1998.

 

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