Las Políticas Sociales y el rol de la Comunidad

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Prof. Ricardo Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en “Redes y Grupos”)

1. El renacimiento de la Comunidad
El hombre y la sociedad se dan la mano en la comunidad, la comunidad es portadora de la historia viva, de los valores, la cuna de los proyectos concretos, en fin un espacio donde se puede transitar a pie.
Ciertos enfoques que piensan el desarrollo desde una perspectiva local se unen a la larga historia del pensamiento comunitarista, historia que sirve de trampolín para lanzarnos a una nueva aventura en las políticas públicas: pensar el territorio y el afecto societario como claves para estrechar las brechas entre ricos y pobres.
El comunitarismo después de la segunda guerra mundial adoptó posturas más críticas y se convirtió en una reacción ante el fracaso de los enfoques excesivamente paternalistas, como fue el caso de los totalitarismos de Estado. En este sentido rescatamos conceptos moderados sobre comunidad que fraguaron las identidades primarias de las comunidades a la tradición de los derechos universales del hombre.

1.1. La Comunidad Organizada
Inicialmente la Comunidad Organizada fue un texto y se reconoce su autoría al Presidente J. D. Perón, quién en una tarde de abril de 1949, durante la clausura del Congreso Nacional de Filosofía, elevó a teoría su concepción política y de convivencia social, por entonces, avanzada de la ‘tercera posición’. Curiosamente 40 años después, con el derrumbe del socialismo y la crisis del Estado Benefactor profundizada por el neoliberalismo, aparecerá una corriente de pensamiento denominada La Tercera Vía, centrada en los valores de la inclusión.
Citar a Perón es correr el riesgo de ‘politizar’ un espacio de pulcritud técnica, pero a pesar de ello, es oportuno revisar pensamientos que de una u otra manera están en las prácticas organizadas de las comunidades argentinas.
La conferencia citada comienza aseverando: “Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos… que el cultivo de las técnicas, como ciencia y docencia se han convertido en un virtuosismo técnico, con un consecuente distanciamiento del mundo del que suele desenvolverse el hombre”. Hoy, ¿cuál es el mejor camino para reconciliar las alpargatas con los libros?.
En la idea de Comunidad Organizada nos encontramos con una filosofía que define al hombre como: “un ser ordenado para la convivencia social… el Bien no se realiza en la vida individual, sino en la Comunidad; la ética culmina en la política…”, este es un pensamiento de larga data, y en este caso era el fundamento para afirmar que habrá comunidades con sentido ético y otras desprovistas de él… proyección de un progreso ordenado o delirantes irrupciones de masas. Por lo tanto, la persona libre (hoy llamamos incluidos) no puede producirse sino en el marco de una convivencia organizada (comunitarismo) y autodeterminada (universalismo). En la posibilidad concreta de inclusión aparece el ‘nosotros’ y éste en relación siempre de una comunidad organizada.
La Inclusión será el orden y la proporción con la que se podrá organizar la comunidad, de esta idea surge la siguiente definición: “una comunidad organizada donde cada sector ejercita sus funciones en servicio de todos y conforme a un proyecto común, es una comunidad de inclusión”, con palabras un tanto filosóficas, estamos diciendo lo que hoy dicen muchos teóricos del desarrollo.
Por último, es interesante rescatar de esta idea de Perón, el hecho de que Ciudadano se es en tanto se pertenezca a una Comunidad Organizada y ésta es irreductible a cualquier otra organización. Consumar estas ideas en la práctica es la obligación de Pueblos y Gobiernos.

Rescatamos de la idea de Comunidad Organizada:
Las técnicas al servicio de las comunidades y no enfrascadas en debates interminables.
La comunidad organizada como portadora de inclusión, ciudadanía.
La comunidad organizada como un deber de pueblos y gobiernos.

1.2. Desarrollo de la Comunidad
A fines de la década del 50’ (según Cardarelli/Rosenfeld) comenzó a interesar la temática del desarrollo, en un primer momento desde una visión ligada al crecimiento económico. Entonces, en el Estado adquirió importancia la planificación como la herramienta indispensable para lograr el desarrollo. A principio de los 60’ con el compromiso de EE.UU. de financiar parte del desarrollo de Latinoamérica, se inserta la temática de la participación vinculada al Desarrollo de la Comunidad. Su método se lo denominó filtro indispensable, según el cuál las necesidades manifestadas por los beneficiarios de un plan social dinamizaban la actuación de la comunidad.
El Desarrollo de Comunidades surgió de la pluma de escritores asiáticos, influidos por el peso de la economía campesina y los problemas de las comunidades rurales, algo similar ocurrió con el banco Grameen (popularizado como banco de pobres).
En este marco ideológico, la comunidad es el centro de la transformación, y su tarea es integrar las comunidades rezagadas al desarrollo global (inclusión), desde este objetivo se promovieron proyectos locales sobre la base de la cooperación solidaria, insistiendo en un enfoque hacia adentro de la comunidad promotor del cambio de actitudes y valores. Al contribuir la población a la solución de sus problemas, ésta se capacitaba para incorporarse al proceso de desarrollo inclusivo.
El desarrollo de comunidades, en Argentina se consolidó a fines de los 70’, por lo que se cuestionó su funcionalidad a la dictadura militar, por el hecho de acentuar sus metodologías en la microparticipación o participación excesivamente territorializada.
Otro de los puntos fue que su implementación requirió de conocimientos y prácticas específicas de agentes profesionales con capacidades y destrezas técnicas, animadores comunitarios, trabajadores sociales. Ya que el objetivo era desencadenar en las comunidades procesos educativos que modificaran conductas y actitudes resistentes al cambio y promoviesen capacidades para el desarrollo. Dentro de esta práctica se promovió la formación de líderes naturales de la comunidad, evitando que estos se identificaran con una actividad política o sindical.
Una batería de técnicas de diagnóstico, planificación y evaluación se constituyeron en los instrumentos de abordaje de la comunidad en diferentes proyectos y programas. Dos influencias teóricas de la época colaboraron en estas prácticas; (1) la planificación como requisito indispensable para el desarrollo y (2) la psicología social que revitalizaba las técnicas de dinámica de grupo (por entonces importadas de planes de salud mental norteamericanos).

Rescatamos de la idea de Desarrollo de Comunidades:
Participación del grupo beneficiario.
Territorialización.
Utilización de técnicas como propulsoras de procesos inclusivos.

1.3. Comunidad: la sociedad buena
La tercera vía, se denomina así a un debate actual que intenta reavivar cierto idealismo en la política ante tanto pragmatismo.
Uno de los elementos discutidos es acerca del concepto de comunidad, se afirma que ciertamente la comunidad constituye una de los componentes de la buena sociedad. Las comunidades proporcionan lazos de afecto que transforman los grupos de gente en entidades sociales semejante a familias amplias (redes de apoyo mutuo). Por otro lado la comunidad trasmite una cultura de valores compartida que se convierte en el marco de referencia para el comportamiento social saludable.
Quienes defienden las ventajas de la comunidad como propulsora de una buena sociedad se apoyan hoy día, tanto en los problemas que acarrea el aislamiento como exclusión social (el vivir en la periferia), como la vida en los rascacielos de Nueva York. Se insiste en que el aislamiento es un factor de importancia en ciertos daños psicológicos. Las comunidades, en cambio, pueden jugar un papel fundamental en los cuidados preventivos en períodos de crisis de las personas. En este sentido la comunidad es lo próximo, por ello es importante cultivarlas donde ya existen y promoverlas donde están olvidadas. La comunidad resulta esencial para la producción de gran parte de los bienes sociales.
Otro elemento en cuestión es discutir la relación entre: seguridad comunitaria y libertades individuales, Lo cierto es que: “estar en comunidad es ganar seguridad” y también, “estar en comunidad es perder libertad individual”. La integración de ambas cuestiones si bien es acorde a cada época y situación en particular, no debemos olvidar las prácticas extremistas en que suele caer una sociedad ante los temores de la inseguridad combinadas a la influencia gravísima de los modelos individualistas.
La misma necesidad de integración la vemos en el tema “pos-Estado de Bienestar”; Si de alguna manera el Estado ya no puede asegurarnos obligatoriamente todos los riesgos de la existencia y vemos que estos seguros se han acotado a la invalidez y al que no consigue trabajo, en una sociedad como la nuestra ¿cómo podemos asegurar el destino de las personas?. Primero tratemos de combinar dos principios: (1) principio de solidaridad: La sociedad tiene una obligación de protección con sus miembros y (2) principio de responsabilidad: Cada individuo es dueño de su existencia y debe hacerse cargo de sí mismo.
De la combinación de estos dos principios debe surgir el criterio para la implementación de políticas públicas. Es por un lado reconocer una función indelegable en el Estado y un elemento de dignidad de la persona y sus capacidades como sujeto social.

Rescatamos de la idea de Comunidad como sociedad buena:
La comunidad como sostén.
La comunidad como situación concreta promotora de inclusión.
La comunidad como espacio de consumación de la libertad individual y la responsabilidad social.

2. La Gestión Asociada
Las tres ideas mencionadas son a su vez tres tradiciones fuertes y presentes en los modelos de la asociatividad en Argentina, por ello, bastan como fundamento para la justificación de la necesidad de gestión conjunta entre Estado y Organizaciones de la Sociedad Civil en el Desarrollo Local.
El ‘instinto’ de vivir en sociedad le llamamos hoy redes o comunidad, con un fin meramente práctico clasificamos a las redes en tres formas posibles:
Redes de apoyo mutuo: también denominada comunidad, su móvil asociativo es la necesidad y su funcionamiento es informal.
Redes distributivas: son propias de los planes de gobierno, su móvil asociativo se supone es la distribución de la riqueza, su funcionamiento es jerárquico, cuyo principal protagonista es el Estado.
Redes asociativas: son el producto de la asociación de organizaciones, su móvil es el afecto societario o voluntad libre de asociarse. El funcionamiento es inicialmente informal y tienden a normalizar los procesos.
De los tres tipos de redes, las distributivas y asociativas son las que mejor se presentan para la gestión asociada.
Las redes distributivas nacen de un impulso estatal, como implementar un plan social, la realización de una obra pública, o acciones de desarrollo de la comunidad, por ello son efectivas, más que nada, donde no existen espacios asociativos fuertes. Por lo general proponen un modelo más o menos homogéneo de participación y comunicación, por ejemplo los Consejos Consultivos (plan J&J), las Juntas Vecinales, Comité de Evaluación, etc.
Las redes asociativas se cohesionan a partir de la identidad o ‘un problema en común’, por ejemplo, el estar desempleado o sin vivienda, sin cobertura de servicios etc. El problema a atender convoca a la red, es un problema que la gente transformará en proyecto común y este será la razón de ser de la red.
Las redes asociativas han sido históricamente en nuestro país un espacio de las Organizaciones de la Sociedad Civil, y es propio de nuestra época que preexistan a las iniciativas de los gobiernos.
Veamos algunos elementos que se desprenden de este análisis:
Las redes deben pensarse como situacionales e instituyentes. Duran en tanto exista la voluntad libre de asociarse y no deben dejar de ser promotoras de lo nuevo, de lo que aún no existe, de nuevas normas de convivencia. De nada vale pensarlas como espacios instituidos por Decreto o por la acción voluntarista del Gobierno, por ejemplo: “Consejos Consultivos para todos”.
Lo que puede tener relevancia para la intervención gubernamental es evaluar el grado o momento de estructuración en el que se encuentra el espacio asociativo local y desde ahí sumarse.
Filosofía práctica: Las redes locales son la mejor ‘cabecera’ para tender un puente entre el Estado y la Sociedad Civil, pero son solo eso, las redes no son el puente, deben respetarse como espacios autónomos, el puente son los recursos, la iniciativa local, las nuevas leyes, los nuevos valores. El puente dejará de existir si estos elementos no se ponen en común, y a lo mejor las redes sigan existiendo lo mismo que el Estado, de hecho hoy es lo que ocurre.


Fuentes: Para la elaboración de la ficha se ha consultado el siguiente material editado.
Perón, J. La Comunidad Organizada – varias ediciones.
Etzioni, A. La Tercera Vía hacia una buena sociedad – ed. Trotta, Madrid 2001
Cardarelli, G. y Rosenfeld, M. Las participaciones de la pobreza. Programas y Proyectos sociales – ed. Paidós, Bs. As. 1998.

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