El Voluntariado una Alternativa de Participación (1ª Parte)

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Prof. Ricardo d. Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en "Redes y Grupos")

Actualmente el voluntariado es un actor clave en el desarrollo de proyectos sociales solidarios. Los nuevos movimientos sociales adoptan fácilmente esta filosofía de solidaridad corporativa. Su rol protagónico no es producto de nuestra época sino un valor heredado de la tradición social. El voluntariado es por naturaleza múltiple, tanto en su concepción como en su práctica, en él confluyen valores, costumbres, ideales, hábitos participativos, estilos de liderazgo y sobre todo una identidad labrada en una historia diversa en época y credos.
Destacamos aquí aquel voluntariado expresado en una organización social participativa, rescatamos en un sentido amplio su historia llena de ejemplos de vida y luchas sociales, tanto de aborígenes, criollos y gringos que han dado a nuestro país una rica experiencia de organizaciones voluntarias. Es esta historia concreta la que hoy opera como matriz asociativa de las actuales organizaciones sociales. El fenómeno del voluntariado tiene el poder simbólico del bien común, el amor al prójimo, la lucha por una sociedad más justa, que lo convierte en práctica de los mejores ideales.

El ideal: ¿de un grupo o una persona?

Decimos ideal en el sentido de ideas y prácticas ejemplares con capacidad convocante. No hablamos de 'un solo ideal' ya que en la realidad coexiste una gran variedad de ideas y fines destinados a promover el voluntariado, tanto en las antiguas religiones, como en los nuevos movimientos sociales, en una dimensión política existe el voluntariado de derecha y el de izquierda, la 'tercera vía' (centro-progresista) lo considera la panacea de la participación comunitaria.
Esta diversidad de concepciones nos plantean el interrogante de si cuando decimos voluntariado estamos diciendo lo mismo, ¿son lo mismo el ‘merendero’ de un movimiento ‘piquetero’ y la ‘cena de caridad’ de las damas de beneficencia?, no, no son lo mismo, salta a la vista que los móviles pertenecen a necesidades y concepciones del mundo diferentes.
Ahora bien, en nuestros días se puede observar la primacía de la idea del voluntariado asociado más a personas que a organizaciones, pero sea una práctica individual o grupal ambas se encuentran contenidas en una ética comunitaria que los legitima y ordena a un bien social que las trasciende. El tronco común esta dado por la idea del hombre como fin en sí mismo y no como medio. En ciertos momentos esta moral tendrá fundamentos religiosos, políticos o simplemente cívicos. La idea del hombre como fin en sí mismo es lo que nos permitirá pensar la inclusión del voluntario en una organización no como un mero recurso humano de amor desinteresado, sino como alguien que tiene algo para dar y algo para recibir (ética de la comunicación). La aplicación o uso de este principio nos ayuda para dar unidad a la diversidad, para aceptar lo simple de lo múltiple, para conocer lo compartido y común, para dar identidad.
Otro punto de importancia en el plano de las representaciones acerca del voluntariado es una reciente distinción que se hace entre: mutualismo y voluntarismo . Tal distinción, tiene sustento en las prácticas concretas de las organizaciones sociales y se refiere básicamente a la diferencia en los fines: a) mutualismo: ayuda a todos.
(b) voluntarismo: ayuda al necesitado.
La distinción se basa en los 'fines de la acción', lo que debemos observar es que ninguna de las dos prácticas podrían ocurrir si no se dieran en el marco de una organización. Esto pareciera más claro en el caso de las experiencias mutualistas, pero no es así para el paradigma que considera al voluntariado centrado en 'el rostro bueno' 'el hombre santo', 'la mujer abnegada', 'el militante ejemplar', en este caso, como lo dijéramos, se pone el acento en la persona (líder) y no en la organización. Lo que tienen en común voluntarios y mutualistas es la ayuda a otro. Lo que no se puede perder de vista, es que la ayuda al otro debe ser recíproca, vincular, la ayuda es una inevitable relación de dos. Si se pierde esta dimensión, el voluntarismo se torna beneficencia y mesianismo. Como filosofía social el voluntarismo nos une como sociedad en la práctica de valores solidarios, hacer de esta práctica cívica y social un espacio privado y de indulgencias es un camino desviado.

Manifestaciones del Voluntariado

Como señaláramos más arriba, el voluntarismo es una práctica habitual en diferentes instituciones sociales, religiosas y políticas. En la actualidad conocemos nuevas y valiosas experiencias, sin embargo, hasta hace no mucho tiempo, eran visibles aquellas prácticas relacionadas a la caridad de corte cristiana, o simplemente como práctica honorable de la clase alta. Sin embargo, otras religiones y otros sectores sociales desde hace mucho tiempo atrás proponen y viven lo mismo. Desde nuestra perspectiva la militancia, sea social o política bien entendida es voluntarismo.
Lo visibilizado ha sido –como vemos- la idea de voluntariado como algo estrictamente individual, de 'personas buenas', y no como una saludable práctica social de grupo. El ideal del rostro bueno identifica la misión con la organización. En Argentina conocemos muchas obras basadas en el rostro bueno que han trascendido, especialmente a través de los medios de comunicación (los medios de comunicación son grandes difusores de este ideal, ya que se visualiza con lo apolítico, lo nuevo), organizaciones centradas en la propaganda de la buena obra, por la cuál captan infinidad de recursos que por ser organizaciones poco participativas, luego, muy bien no se sabe como se invierten o se gastan los fondos.
Corrientemente algunas obras son réplicas de los viejos modelos de asistencia, en otras el lugar del beneficiario es tan pasivo que dejan muchas dudas en cuanto al criterio de solidaridad practicado.
En cambio, en las organizaciones participativas se da un lugar protagónico a los miembros, son organizaciones centradas tanto en la misión como en la organización. Pero muchas de las veces son portadoras de una realidad bastante ambigua, abren un debate polémico ante el hecho de considerar al voluntariado como trabajador.
Si bien históricamente a las Organizaciones Sociales las 'hicieron' socios honorarios, la inclusión de nuevas funciones (como las transferidas desde el Estado o los requisitos de los Organismos de Financiamiento Internacional) en las prácticas cotidianas, trajo consigo el tema del voluntariado como trabajo y si es trabajo debe ser rentado. La mera aparición de la palabra 'renta' no debe precipitarnos en un análisis simplista.
Las prácticas de las Organizaciones son mucho más complejas de lo que se suele imaginar, no solo por la diversidad infinita de lugares, misiones, fines, tipos de organización, sino también, porque no permanecen estáticas o cristalizadas en el tiempo, están en un permanente devenir, un devenir organizacional que muchas veces limita nuestras capacidades explicativas. Un punto de vista sobre el particular, es que no existe una definición al respecto, sino solo una suma de ejemplos que cada uno podrá valorar según su paradigma ético. La indefinición, por un lado, es producto de la novedad del tema, la neofilantropía empresarial y el achicamiento del Estado, si bien son fenómenos simultáneos, no dejan de ser un tema reciente, que a tomado por sorpresa a más de una organización. Por otro, las tecnologías de Gestión de Organizaciones sin fines de lucro, también son un territorio incipiente, teniendo en cuenta que muchas veces estas técnicas son las que potencian a la organización una 'autoconciencia organizacional' de sus aciertos y errores, tanto en lo técnico como en lo valorativo.
A modo de ejemplo un caso complejo de análisis lo representan hoy los movimientos reivindicativos como el pacifismo, el feminismo, los ecologistas, de derechos humanos, los Sin Tierra, etc. En sus estructuras de costos suelen considerar la renta de los técnicos especializados en diferentes temáticas, lo que establece una diferencia entre éstos y los militantes o miembros (voluntarios), una diferencia, entre conocimiento (renta) y militancia (voluntarismo), todo un tema moral difícil de considerar.
Otro caso lo representan las organizaciones de atención a niños y jóvenes, ya sean en temas de salud, tutela, educación, recreación, deporte etc., cada día están más representadas por Organizaciones de la Comunidad y menos por el Estado, lo que trae aparejado un complejo problema: Organizaciones prematuras (algunas que se crean tras intereses meramente económicos) se ven desafiadas a ser eficaces en problemáticas nuevas. Problema manifiesto en la precariedad organizacional que muchas presentan.
Acerca de este problema podemos indicar algunos motivos frecuentes, externos: insuficiente financiamiento, escasa visibilidad, no integrado a planes sociales dinámicos, pocas redes solidarias en el contexto, internos: falta de claridad en la misión, poca capacitación y entrenamiento para la acción social, muchos objetivos y pocos medios, etc. Estos elementos son solo algunos de los tanto que terminan por limitar los resultados. De ninguna manera, esto les quita méritos, solo que si las prácticas de estas organizaciones quedan acotadas a los límites de sus paredes, como ocurría con las macroinstituciones del Estado, sus acciones son reducidas y de bajo impacto, a lo que suele sumarse un deterioro de la estructura organizativa (si la tienen) que termina con la organización, y por supuesto también, con sus valores y con sus miembros. Estas organizaciones hoy nucleadas bajo el paraguas semántico de ONGs., a su vez desarrollan una tarea de 'reclutamiento' de miembros sean socios o voluntarios, centrados más en la propaganda de la buena obra que en los valores de la labor asociativa, es decir, no se valora lo suficiente el hecho de estar juntos, de asociarse bajo la consigna de la acción voluntaria, del compromiso, de la militancia. Al perderse de vista esta dimensión, las organizaciones presentan como dilema, la polémica relación renta versus voluntarismo. Sin embargo, en los barrios, la gente que participa como voluntaria lo hace más por 'un problema de todos' (mutualismo) que por ocuparse del tiempo libre o de sus problemas de conciencia. Es el caso de algunas organizaciones de infancia, en las cuales, a veces, sus miembros han realizado una opción de vida por los niños y no cobran por su trabajo, estos voluntarios en realidad basan su práctica en una elección vocacional, vocación no remunerada, e.i. como ser monja o militante, que son opciones de vida más allá del atravesamiento de la renta económica o la militancia social. Otras prácticas que se presentan como voluntarias y tal vez tienen una definición más apropiada son los miembros de las Comisiones Directivas (mutualismo), o madres cuidadoras de jardines comunitarios (mutualismo), manzaneras (militancia social y/o política), etc. Para estos casos resulta útil la distinción hecha entre prácticas mutualistas y voluntaristas, planteada al inicio de este apartado.
Por otro lado, encontramos prácticas más claras de voluntariado como, operadores telefónicos de teléfonos solidarios, cuidadores de niños enfermos, pastoral de los niños, voluntarios en hospitales, estudiantes universitarios: pasantes o cátedras de extensión, etc. En resumen son prácticas que podemos ubicar como de 'ayuda al necesitado', desde una relación solidaria. Nuestra idea en particular es que, en una organización de voluntarios es más importante los valores de la organización que los valores de la misión. Porque sin aquellos estos no tendrían sustento ético. En nuestro análisis acentuamos el valor de la participación, en esta línea podemos definir al menos cuatro modelos de organización que han recorrido nuestra historia y se encuentran aún operantes casi en el sentido de paradigma organizacionales:
La Organización de Beneficencia: Caracterizada frecuentemente por un fuerte componente confesional religioso y/o de clase. Sus acciones son llevadas adelante mediante fines altruistas, de conciencia y/o morales.
La Organización Voluntarista: este tipo de organizaciones son producto corrientemente de familias, grupos de autoayuda, personas de la comunidad, que por alguna causa, como: una 'promesa', 'un compromiso', 'por algo que de sentido a sus vidas', etc. proponen ofrecer sus servicios voluntarios. Se caracterizan por el rol determinante que juegan los elementos autoreferenciales de sus fundadores en la definición de la 'misión' de la organización.
La Organización Fomentista: suelen surgir por la evaluación de una necesidad comunitaria, falta de una guardería, un centro de jóvenes, inseguridad, etc. Los actores claves son vecinos, militantes sociales y/o políticos, el cura del barrio, un grupo de jóvenes etc. Suelen reivindicar 'viejas' metodologías de movilización social. Muy atravesada por las cuestiones de conciencia, en este caso ideológicas, es común que se organicen tras un 'gran ideal'. Puede decirse que son los tipos de organizaciones que 'fomentaron' los modelos participativos de asistencia social asociados al Estado.
La Organización Profesionalizada: son del tipo de organización 'que cuenta con una experiencia', suelen ser grupos que por los conocimientos adquiridos en la vida institucional y frecuentes capacitaciones, comienzan a sistematizar su experiencia, normalizar procedimientos, instalan una evaluación de su práctica, organizan la tarea desde un abordaje de equipo, en este modelo se encuentran diferentes orientaciones como los abordajes en red, el gerenciamiento social, el sistémico, la participación comunitaria y desarrollo local, etc. Por su 'racionalidad organizacional' suelen ser líderes entre el resto de organizaciones.

Quizás el hecho de que el pensamiento organizacional e institucional usan frecuentemente el concepto de modelo, se pueda representar más fácil la idea de que es un modelo organizacional. El modelo organizacional es un sistema de valores, objetivos, estructuras, modos de distribución del poder, misiones y proyectos, adoptados por una organización de modo voluntario e involuntario en un momento determinado y a lo largo de su vida institucional. En este sentido, las organizaciones de voluntarios son dependientes de un modelo socio-histórico de organización.
Entonces, lo dicho hasta aquí nos permite afirmar que el voluntariado es un sujeto en tanto se manifiesta como actor social expresado en una organización que los contiene. Reconocer el rol de la organización, promover la participación, la solidaridad requieren corrernos del paradigma del rostro bueno, y acercarnos a una organización de voluntarios convocante y democrática

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