El Voluntariado una Alternativa de Participación (2ª Parte)

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Prof. Ricardo D. Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en "Redes y Grupos")

Como decíamos ya hace tiempo se discute el valor del voluntariado en la cohesión social y la acción solidaria, en este sentido un documento (J. D. Smith/ td. P. Irisity) de principios de milenio “voluntariado y desarrollo social”, puesto a consideración del grupo de expertos de Naciones Unidad en el encuentro de Nueva York de 1999, decía: “El significado que tiene el voluntariado no es el mismo para todos. Un estudio reciente reveló que la percepción de lo que lo constituye difiere bastante de un país a otro. En algunos países donar sangre se considera voluntariado, en otros lo es formar parte de un partido político o sindicato. Para algunas personas lo que lo distingue es la ausencia de una retribución, para otros lo es la falta de coerción. El voluntariado adquiere diferentes formas y significados según el entorno, está muy influenciado por la historia, la política, la religión y la cultura de una región. Lo que puede ser visto como voluntariado en un país, puede ser descartado como trabajo mal pago o gran densidad de mano de obra (o incluso trabajo forzoso) en otro. Aún así y a pesar de la gran variedad de interpretaciones, es posible identificar algunas características básicas de lo que constituye la actividad voluntaria”.
En dicho informe se indicaba que se habían encontrado en la consulta de diferentes voluntarios de varios países las siguiente características comunes, que como bien los autores sostenía “sin un criterio común los esfuerzos de los gobiernos por promoverlos serían vanos”.

Cinco elementos que caracterizan la acción voluntaria:

(1) El concepto de la retribución: “Algunas definiciones alegan que sólo el altruismo puro debería considerarse voluntariado, pero otras sostienen que no existe el altruismo puro y que toda forma de voluntariado contiene un elemento de intercambio y reciprocidad. Por eso algunas definiciones permiten que los voluntarios sean retribuidos de cierta manera, económicamente, a cambio del reembolso de los gastos o algún tipo de remuneración, o no, a cambio de capacitación o credenciales. El punto límite clave en la distinción entre voluntariado y empleo remunerado es que el voluntario no debe emprender la actividad motivado por el beneficio económico, y también que el valor de todo reembolso que reciba debe ser menor al del valor del trabajo provisto”.
Hoy día nos encontramos con otra cuestión que se podría sumar al debate y se encuentra relacionada a lo que se ha popularizado como contraprestación a cambio de una ayuda de seguridad social. Cuando vemos en qué consisten esas actividades de contraprestación, podríamos ubicarlas como actividades que se desarrollaron históricamente como voluntarias, esto pone en cuestión el entrelazado de dos principios éticos:
(a) Principio de Solidaridad: “La sociedad tiene una obligación de protección con sus miembros”.
(b) Principio de Responsabilidad: “Cada individuo es dueño de su existencia y debe hacerse cargo de sí mismo”.

(2) El concepto de libre voluntad: “La mayoría de las definiciones reconocen que las nociones de voluntariado y coacción no son compatibles. Por eso a los planes que se oponen a las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) relativas al trabajo forzoso obviamente no se los considera voluntariado. Pero de la misma manera que al considerar el concepto de retribución, aquí también hay áreas grises. ¿Cómo debemos considerar los planes escolares de servicio comunitario que motivan, y a veces requieren, a los estudiantes a participar en trabajo voluntario, o los programas Comida por Trabajo, donde hay un intercambio explícito entre compromiso comunitario y asistencia en alimentos o incluso los planes de servicio ciudadano, que ofrecen un servicio comunitario alternativo al servicio militar? El amplio marco conceptual reconoce que puede ser difícil mantener únicamente el concepto de libre voluntad en toda interacción voluntaria; la motivación a servir de voluntario quizás comprenda siempre una mezcla de razones tales como la presión de compañeros y la obligación social; pero enmarca todo intento manifiesto del gobierno de motivar a la gente a participar”.

Les proponemos reflexionar sobre la siguiente historia de vida:

Fidelina y el horno

Una mañana fría y soleada Fidelina salió de su casa rumbo al almacén, arrimó el portillo, saltó la alcantarilla y empezó a caminar por la calle de tierra. Le preocupaba que se gastaría la última plata del Plan y había que comprar algo para calentarse.
En eso se escucha un grito:
- ¡viejo, dame un peso pa’ los porros!
El grito la asustó y levantó la vista, vió a don Hilario encorbado, con la mirada perdida y en una mano una bolsita con un pan y un pedacito de hígado. A Fidelina le hirvió la sangre, corrió, y a empujones alejó al pibe y a los gritos le decía:
- ¡Qué te pensás pendejo que vas a asustar a cualquiera, si querés plata andá a trabajar!
El pibe sorprendido, se fue insultando bajito.
Pero Fidelina en ese día no dejo de pensar en esa situación, cada momento que pasaba le daba vueltas en la cabeza la idea de cómo ayudar a esos pibes tirados en la esquina todo el día.
Llegando la noche se le ocurrió una idea, iba a pedirle al Centro de Fomento que le prestaran el horno que usan para hacer el pan y las pizzas del comedor e invitaría a los pibes a amasar y vender en el barrio.
Fue esa misma noche a la casa de Celia y le contó la idea, Celia le dijo que estaba bien que lo consultaría con la comisión y le contestaría. La gente de la comisión, con algunas dudas de meter a esos pibes en la institución acepto la idea.
Fidelina, al próximo sábado compró 20 kg. de harina, grasa, levadura fresca y lo demás lo puso de su casa.
Se acercó a los pibes y les dijo:
- Yo sé que uds. necesitan plata para la cerveza y los porros, pero de eso por ahora no les voy a decir nada, les propongo hacer pan y pizzas y venderlas en el barrio, uds. se quedan con la ganancia y compran la harina para la próxima.
- Sabe doña, está bien su idea, ¿pero quién nos va a comprar a nosotros?.
- Bueno, intenten con sus parientes y conocidos.
La cosa es que se acercaron siete pibes y ese día con esfuerzo amasaron, cocinaron y vendieron el pan.
Con los días el entusiasmo creció, y todos los sábados tempranito empiezan a amasar, prender el fuego y entre mates y bromas pasan la mañana hasta salir a repartir.
Durante la semana levantan los pedidos de pan, tortas y pizzas. Si hasta a don Hilario, antes que lo internaran en el asilo, le regalaban un pan.
Tal fue el cambio que al poco tiempo Jonatan y Diego pasaban por una panadería que necesitaban ayudantes de panadero y se engancharon a trabajar.
Los sábados la actividad convoca a siete de los pibes de la esquina y a otros amigos que invitaron.
El proyecto pasó a conocerse como ‘el horno de los pibes’,y cuenta Fidelina que los chicos le dicen que solo fuman de vez en cuando en alguna fiestita.


“Las organizaciones sociales existen para generar un cambio en la persona y la sociedad”

(3) La naturaleza del beneficio: “Para diferenciar el voluntariado de una actividad voluntaria puramente recreativa, debe haber un beneficiario que no sea el propio voluntario, o que además del voluntario haya otro beneficiario. Pero se cuestiona dónde se debe trazar la línea divisoria. Algunos sostienen que el beneficiario tiene que ser alguien extraño para el voluntario, otros permiten que se incluya a los vecinos e incluso amigos y parientes lejanos, y otros comprenderían el concepto de autoayuda o ayuda mutua, donde la línea divisoria entre beneficio personal y el de un tercero es especialmente poco clara. Si bien permite varias interpretaciones, el marco conceptual general requiere que haya un beneficiario (que puede comprender conceptos abstractos como el medio ambiente o la misma sociedad) o grupo de beneficiarios identificable, aparte (o además) de los familiares directos o amigos del voluntario. Esto comprendería la autoayuda y ayuda mutua pero excluiría la atención por los familiares dependientes”
Un concepto clave en el rol de las organizaciones de voluntarios es lo que Etzioni define como la “regla de oro” de la vida comunitaria: “Respeta y defiende el orden de valores de la sociedad de la misma manera que harías que la sociedad respetara y defendiera tu autonomía”.

(4) El entorno organizacional: “Algunas definiciones de voluntariado insisten en que debe ser emprendido a través de algún tipo de organización formal, voluntaria o sin fines de lucro. Otras incluyen además la actividad que se emprende dentro del sector público o empresarial. Y otros flexibilizan el requerimiento organizacional y admiten actividades emprendidas de forma informal, ya sea individualmente, como ayudar a un vecino, o aisladamente, a través de actividades cívicas como recoger la basura. El amplio marco propuesto aquí permite que se comprenda a ambas formas de voluntariado, formal (organizado) e informal (individual), así como también que la actividad voluntaria se emprenda en los sectores público y privado”.

(5) El nivel de compromiso: “Algunas definiciones permiten que se comprenda a las actividades voluntarias excepcionales, otras requieren cierto nivel de compromiso y excluyen actos ocasionales. El amplio marco conceptual nos permite englobar una variedad de niveles de compromiso, desde un fuerte compromiso a una participación esporádica, a pesar de que parece justo suponer que la mayoría del voluntariado implicaría algún grado de compromiso continuo”.
Los puntos universales del voluntariado confluyen en la trama vincular que contiene nuestra vida. Las organizaciones sociales albergan esta vida vincular, por ello más allá de la buena obra, existe un desafío enorme en la convivencia diaria y la ‘vida privada’ de cada organización, allí también existe reglas.

Reglas básicas de la asociatividad


  • Participar.
  • Asociarse voluntaria e interesadamente.
  • Ser abiertos y saber escuchar.
  • Respetar la opinión de quienes trabajan desde antes en la organización. Asumir compromisos acorde a nuestras capacidades.
  • Cumplir con la tarea asignada si poner excusas.
  • Resolver los conflictos en el grupo y no llevar chismes por todos lados.
  • Solicitar ayuda cuando los problemas nos superan.
  • Estar dispuestos a aceptar responsabilidades para llevar adelante el proyecto.

Cada organización puede poner sus pautas, guiada por el interés superior de los miembros y la misión.


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