La ciudad un recorrido histórico

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Prof. Ricardo Solís

(El siguiente texto se encuentra disponible para su discusión en "Redes y Grupos")

Este trabajo es producto de una curiosidad nacida en la pregunta: ¿cómo fueron las ciudades en otras épocas?
La búsqueda se encuentra orientada por el concepto de organización como clave y nivel de anclaje de la investigación, es decir: la ciudad como organización.
El otro gran objetivo es la indagación sociohistórica de las actuales y promovidas creencias, acerca de las virtudes del desarrollo desde la perspectiva de la organización de la ciudad (desarrollo local).
Para esto haremos pie en diferentes estudios y contextos que se remontan a los años de la antigüedad de nuestra civilización, creemos que allí encontremos indicios relevantes respecto de la dinámica de la organización de la ciudad.
La extensión y carácter del trabajo nos permite simplemente indagar en algunas matrices asociativas que han tenido lugar en diferentes épocas y pueblos del cuál el criterio de selección es el interés que pueden despertar las fuentes consultadas.

La ciudad antigua
La pequeñez de la sociedad primitiva forjó un principio de asociatividad centrado en los dioses domésticos, la familia y sus antepasados. La religión doméstica dictaba las prohibiciones, los ritos, las fechas de las celebraciones, la lengua. Cuando un cierto número de familias formaron un grupo, la lengua griega lo llamó: la fratría y la legua latina la curia. Lo que parece indudable es que esta asociación de familias se fundó en una idea religiosa. En el momento mismo que estas familias se unieron concibieron una divinidad superior a sus divinidades domésticas, se habla del dios que preside la fratría, el dios protector, se elevó un altar y se instituyó un culto, el cuál consistía en una comida celebrada en común, la carne había sido preparada en el altar, por lo tanto era sagrada (estas celebraciones han subsistido hasta el día de hoy).
Cada fratría tenía un jefe (fratriarca), cuya principal función consistía en presidir los sacrificios. La fratría tenía sus asambleas, deliberaciones y podía dictar decretos, como en las familias, había un dios, un culto, un sacerdocio, una justicia, un gobierno. La fratría había sido modelada sobre la organización familiar.
La agrupación de fratrías, formaron una tribu. En este nuevo círculo (organización) también hubo, una religión, altar y una divinidad protectora. El dios era un hombre divinizado, un héroe, de él recibía la tribu un nombre, por lo que queda de las instituciones de la tribu, nos dice, Fustel de Cuolanges, se ve que en sus orígenes la tribu estuvo constituída para ser una sociedad independiente y no tenían un poder social superior

Constitución de la ciudad antigua
La tribu, la fratría, la familia estaba constituida para ser independiente, una vez formada no se admitía a ninguna otra familia o extraño.
El principio asociativo que permitió la asociación entre tribus se fundó en la condición del respeto del culto de cada tribu. El día que esto fue posible nació la ciudad.
La ciudad era una confederación. Por eso estuvo obligada a respetar la independencia religiosa y civil de las tribus, de las fratrías y las familias, y en principio no tuvo derecho a intervenir en los negocios particulares de las pequeñas unidades. Nada tenía que ver con el interior de una familia, no era juez de lo que en ella ocurría; dejaba al padre el derecho y el deber de juzgar a su mujer, a sus hijos, a su cliente. El derecho privado concretado durante esta época de aislamiento familiar, subsistió por mucho tiempo en las ciudades .
Así, la ciudad no es una asamblea de individuos, es una confederación de grupos constituídos antes de ella y por esto dejará subsistir.
La pertenencia o identidad se daba por un ingreso progresivo en cada grupo, no se ingresaba al nacer directamente en los cuatro grupos, primero se pertenece a una familia por la ceremonia que tenía lugar diez días después del nacimiento, algunos años después se ingresa en la fratría, la tribu y por último a la edad de dieciséis o dieciocho años se admite en la ciudad .
Es necesario pensar en la excesiva dificultad que para las sociedades implicaba fundar sociedades regulares, no fue tan fácil un lazo social entre esos seres humanos tan diversos, libres e inconstantes. Para darles reglas comunes, para instituir el mando y hacerles aceptar la obediencia, para subordinar la pasión a la razón y la razón individual a la pública, seguramente era necesario algo más poderoso que la fuerza material, más respetable que el interés, más seguro que una teoría filosófica, más inmutable que una convención, algo que sea igual en el fondo para todos. Esta cosa es una creencia . Nada es más poderoso y difícil de modificar que una creencia, su efecto y poder es más fuerte que cada uno, nos prescribe deberes, doma nuestra naturaleza y hasta puede esclavizarnos.
La antigua creencia de honrar a los antepasados; el culto del antepasado agrupo la familia ante el altar, de ahí la primer religión, el primer saber y moral, el establecimiento de la propiedad, la sucesión, todo el derecho privado ordenado a las reglas de la organización doméstica. El mismo proceder se encuentra en la fratría, la tribu y hasta en la ciudad antigua.
Conviene aquí hacer una reserva, una vez descubierta la organización municipal, parece que no fue necesario que para organizar una nueva ciudad, recorrer todo este camino gradual de asociaciones que van de la familia a la confederación. Solía ocurrir que cuando un jefe salía de una ciudad constituida podía fundar otra con un pequeño número de conciudadanos e incorporaban otros que procedían de diversos lugares, e incluso razas. En consecuencia, se imitaba el pueblo que acababan de dejar y dividían en tribus, fratrías y familias.
Sucedió también con frecuencia la unión de hombres que provenían de sociedades sin leyes u orden similar a éste, lo que imponía un esfuerzo por establecer este tipo de sociedad, lo que promovió revoluciones y enfrentamientos con las tradiciones. Incluso lo encontramos en Platón cuando idea una sociedad ideal, en su libro conocido como Leyes.

Aportes a nuestra época
De la ciudad antigua rescatamos la importancia del principio de asociatividad como proceso gradual de abajo hacia arriba, al menos hasta descubierta la organización municipal. La imposición de un modelo ideal de ciudad abre una nueva etapa en la historia de la civilización. Otro papel importante lo juegan las identificaciones primarias, como la religión, la moral familiar, el culto doméstico, el territorio, ejercen un poder central en la organización de la sociedad. En definitiva ambos componentes: identidad e ideal de ciudad son hijos de las creencias aceptadas, o paradigmas de la organización social. También, identidad e ideal de ciudad son la condición de posibilidad de la organización de la ciudad.


Nota: La ciudad antigua, es el título de un libro de Fustel de Coulanges, texto referencia para este apartado

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